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Crónica:PALACIO VISTALEGRE | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Por los pelos y gracias

La novillada mañanera tenía el suficiente atractivo para la afición. Tres novilleros que habían sobresalido en el cilclo invernal de festejos con picadores, y un encierro de garantías sobre el papel. El público ocupó media plaza, se repartieron hasta tres orejas, hubo salida a hombros y, en definitiva, de emoción, regular, y un espectáculo que no llegó a un aprobado sin discusión. Por los pelos y gracias.

Los novillos fueron los culpables principales de que el espectáculo fuera más bien tirando a anodino que lleno de colorido, fuerza y sabor, que es lo que sucede cuando las reses son bravas y derrochan casta. Pues eso fue lo que no tuvieron los novillos, casta, y sí mansedumbre y una pizca de genio. Y además blandura.

Abraham Barragán recibió a su primero con tres largas cambiadas de rodillas en el tercio y luego recetó lances desiguales, chicuelinas y media de rodillas. Resultó el mejor novillo de cuantos salieron al ruedo, y el valiente novillero lo aprovechó en su faena de muleta, que comenzó con una ceñida pedresina en el platillo y que prosiguió sobre los dos pitones, en muletazos de buen corte, para centrarse al final, tras medir las fuerzas del burel, en dos series de redondos muy templados. En su segundo, mansurrón y rajado, porfió y le pudo, incluso en su terreno. Pero no estuvo fino con la espada.

Leandro Marcos, en su noble y blando primero dió buenos muletazos sueltos, y demostró gusto y empaque en la composición de su labor muleteril. En su segundo volvió a correr la mano de manera elegante y consiguió una faena, si no compacta, sí bien medida, para consentir al rajado manso, que se fue a chiqueros en busca de refugio.

Matías Tejela cortó dos orejas por su decisión, entrega y el acertado uso de la espada. Se tiró encima del morrillo con agallas. Chapeau. En su primero hizo el mejor toreo de capote, lances hacia delante bien recogidos y rematados. La faena de muleta del tercero fue templada, y la del difícil sexto, de pelea y aguante, sobre el pitón izquierdo, la espada simulada de ayuda y puntero. La salida a hombros, excesiva, aunque a él le sabrá a gloria.

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