Figo y Munitis destrozan a la Real (4-0)
El portugués dirige al Madrid en el primer tiempo y el cántabro lo saca del tedio en el segundo
El Madrid ha salido del nudo de la Liga con buen pie y comienza a vérselas con equipos que tenía olvidados hace tiempo. La Real, que un día fue uno de sus rivales más temibles, confirmó punto por punto su pésima situación. Incluso cuando recibió el permiso para jugar bien -durante un buen trecho de la segunda parte- pareció inseguro y tímido, sin capacidad para hacer daño. El Madrid estaba afeando su primera parte, pero salió Munitis, y lo hizo como si fuera la final del Mundial. Sacó al partido del aburrimiento, protagonizó tres excelentes jugadas y dejó claro lo que habría ocurrido con la Real si sus compañeros se lo hubieran tomado con un poco de energía.
Munitis tiró de repertorio en el poco tiempo que jugó. Regateó, provocó faltas y amonestaciones, aterrorizó a los lentos defensas de la Real y se ganó al público, que empezaba a quejarse de la mandanga del segundo tiempo. La principal cualidad de Munitis consiste en dar el mismo tratamiento a todos los partidos. Los juega como si le fuera la vida, con un interés que le ha servido para adelantar en la escala a algún que otro compañero. De Savio, por ejemplo, no sabe nada desde hace tiempo. Tuvo sus oportunidades como titular y no las aprovechó. Frente a la Real, no disputó ni los minutos de la basura. Los jugó Tote. Por lo que parece, Savio está en venta.
REAL 4|MADRID 0
Real Madrid: Casillas; Míchel, Hierro, Karanka, Solari (Celades, m. 65); Helguera, Makelele; Figo, Raúl (Tote, m. 85), McManaman; y Morientes (Munitis, m. 79). Real Sociedad: Alberto; Fuentes, Loren, Pikabea, Julio César, Rekarte; Khokhlov, Luiz Alberto (De Paula, m. 72), Xabi Alonso (Idiakez, m. 55), Llorente (Tayfun, m. 55); y Jankauskas. Goles: 1-0. M. 14. Morientes, de cabezazo cruzado, a pase de Figo. 2-0. M. 35. Figo se interna hasta la línea de fondo, cede a McManaman, cuyo tiro rechaza Alberto, y Morientes marca. 3-0. M. 82. Raúl cabecea en plancha desde el segundo palo una falta lanzada por Figo. 4-0. M. 88. Munitis recibe en la frontal, quiebra a Loren y adelanta hacia McManaman, que bate a Alberto en su salida. Árbitro: Mejuto González. Amarilla a Xabi Alonso, Luiz Alberto, Hierro, Jankauskas, Idiakez y Julio César. 66.143 espectadores en el Bernabéu.
Como el Madrid había dejado abiertas algunas cuestiones tras sus últimos partidos, el partido sirvió para medirle frente a un rival que está en las antípodas del Depor o el Barça. A veces, las crisis tienen efectos prolongados. Los equipos pierden el golpe de pedal y no lo encuentran ni a tiros. No fue el caso del Madrid. Jugó a medio gas, pero le resultó suficiente para marcar cuatro goles, lo que habla francamente mal de la Real, que pasó de puntillas por Chamartín, sin ganas de armar ruido, derrotada antes de jugar. A la escandalosa falta de autoridad de sus defensas, añadió la ausencia de remate. Casillas no intervino. Sólo recibió un remate, entrado el segundo tiempo, pero el cabezazo de Jankauskas se escapó junto al palo.
Al Madrid le bastó una excelente media hora de Figo, muy recuperado de sus discretas últimas semanas. No tuvo más ayuda que la necesaria: los goles de Morientes, el eficaz trabajo defensivo de Makelele y la intimidatoria presencia de Hierro. Por una vez, Raúl se alivió un poco después de tanto trajín y dejó el protagonismo a Figo, que lanzó las jugadas de los dos primeros goles. En el primero, aceleró una paciente jugada de todo el equipo y envió un centro perfecto para Morientes. El gol dio a entender el enfado de éste. No celebró el gol, como si tuviera algún problema. Ya le ha ocurrido en temporadas anteriores, cuando tardó en salir de las rachas de sequía. Parecía peleado con el mundo, cosa que el madridista suele arreglar con una buena tacada de goles. Ayer marcó dos, por lo que se deduce que han terminado los malos tiempos. Los goleadores son así.
El equipo interpretó que dos goles de ventaja eran suficientes. Con razón. La segunda parte del Madrid fue deplorable, en gran parte por la ausencia de un rival de fuste y también por la necesidad de ahorrar energía. Concedió el balón al rival, pero no sucedió nada. El juego de la Real era pura cáscara. Sólo se atrevio a meter la directa en una potente incursión de Jankauskas, derribado por Hierro en el área. El árbitro dijo que no ante el asombro de la gente. Cosas de los árbitros.
El partido estaba bien pelma cuando salió Munitis. Provocó con dos regates la falta del tercer gol, anotado por Raúl, otro que siempre deja la firma. Luego decidió maradonear un poco y dejó en el suelo a todos los defensas que encontró en el camino. Su pase lo aprovechó McManaman para superar la salida de Alberto. Y para cerrar la fiesta, conectó una remate precioso que se estrelló en el palo. La gente le ovacionó y los compañeros, también. Todos sabían del efecto de Munitis en una tarde de fútbol gris.
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