El Mallorca empata en el Camp Nou y descuelga al Barcelona de la cabeza (1-1)
El Mallorca se batió como un grande en el Camp Nou y el Barça dio por bueno el empate
Rivaldo marcó un gol en cada portería, un retrato perfecto de cómo están las cosas en el Camp Nou, y el Barcelona-Mallorca acabó en empate a uno. Al Barça le falta algo de fútbol y también un poco de suerte para decantar sus partidos, aunque, puestos a discutir sobre los árbitros, el colegiado de ayer estuvo más de su parte que del Mallorca, sobre todo cuando no pitó un penalti de Reina a Eto'o. Pese a su empeño, los azulgrana no pudieron con el Mallorca, que se batió de principio a fin como un grande y tuvo más sentido táctico y también conformismo que su anfitrión.
Respetuoso con la clasificación de los contendientes, el partido tuvo mucho cuerpo, disputa y tensión competitiva. Fue un duelo de palabras mayores jugado a un ritmo vertiginoso, con llegadas a una y otra área, remates interesantes e intervenciones de mérito por parte de los porteros.
BARCELONA 1|MALLORCA 1
Barcelona: Reina; Gabri, Reiziger, Frank De Boer, Sergi; Guardiola, Cocu; Zenden (Santamaría, m.69), Rivaldo, Overmars; y Kluivert. Mallorca: Leo Franco; Olaizola, Nadal, Fernando Niño, Miquel Soler; Marcos, Engonga; Álvaro Novo (Carreras, m.85), Eto'o, Ibagaza (Armando, m.66); y Luque (Biagini, m.80). Goles: 0-1. M.52. Falta por la derecha que ejecuta Luque y Rivaldo, en su intento por rechazar, marca en propia puerta. 1-1. M.74. Rivaldo transforma un penalti decretado por una zancadilla de Niño a Kluivert. Árbitro: Andradas Asurmendi, del colegio navarro. Mostró tarjeta amarilla a Armando, Engonga, Sergi -que no podrá jugar la próxima jornada- y Luis Aragonés. Camp Nou. Unos 70.000 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria del ex gerente del Barcelona Armand Carabén, fallecido ayer.
No es nada fácil jugarle al Mallorca, un equipo muy serio, mejor organizado, que incapacita al adversario y al tiempo sabe ganarse situaciones de superioridad numérica en rápidas transiciones. El Barcelona se vio obligado a transitar siempre con el retrovisor extendido, pendiente de no perder la pelota, sabedor de que cualquier error podía resultar determinante en su contra.
Guardiola procuró cargar el juego sobre Kluivert y Overmars, pero difícilmente consiguieron situaciones de dos contra uno para encarar a Leo Franco, muy solvente toda la jornada. El Mallorca tardó un rato en cortar la línea de pase del capitán azulgrana y obligar a Reiziger a salir con la pelota jugada desde atrás. A la que tapó los pasillos interiores, con Eto'o achicando a Guardiola y Frank de Boer, pudo defenderse mejor y redujo la ofensiva azulgrana a los desbordes de Overmars; a Rivaldo, que concedió demasiado campo para enganchar su remate duro y raso, y a Kluivert, incontrolable por su momento dulce de forma.
La seriedad del Mallorca planteó el partido en unos términos de igualdad pocas veces vistos en el Camp Nou. No era fácil para un equipo como el Barcelona mantener la atención, tener paciencia y no perder el sitio. Los azulgrana acostumbran a decaer con el transcurrir del partido, una circunstancia que parecíó saber muy bien el Mallorca, que en el arranque del segundo tiempo embistió a los laterales, sobre todo a Sergi, hasta que Novo le rompió. A la salida de una falta provocada por el volante frente a Sergi, Rivaldo metió la pierna y marcó en propia puerta.
La fiabilidad defensiva del Mallorca obligó al Barcelona a desgastarse en remates lejanos, muy apetecibles para cualquier portero. El Barça, por lo demás, no tiene a fubolistas con disparo fiable salvo Rivaldo. No acostumbra a chutar, sino que gusta más de combinar y abrir, de centrar y pivotar, de llegar que de rematar. Puede reprochársele que a menudo se recrea demasiado en la jugada, pero ayer nunca desmayó en su empeño de arreglar el partido. Le faltó imaginación y capacidad para improvisar frente al ritmo que impuso el Mallorca, un equipo que nunca dejó jugar al Barcelona al primer toque. Pero, a base de esfuerzo, de interés y agarrado a la zamarra de Kluivert, espléndido en los últimos partidos, el Barcelona no paró hasta que encontró la portería rival en un cuerpo a cuerpo entre el ariete y Fernando Niño que acabó en penalti, transformado impecablemente por Rivaldo.
El tanto premió el trabajo del Barcelona, oxigenado con la entrada de Sergio Santamaría y siempre amenazante por el serpentear de Kluivert y la rapidez de Overmars. El Mallorca, en cualquier caso, aguantó con comodidad, prueba de su mayoría de edad, especialmente ante los tres grandes, contra los que no ha perdido. Frente al desconsuelo azulgrana por ceder más terreno aún al Madrid, al Depor y al Valencia, el equipo isleño se retiró con la sensación de que podría haber ganado si Andradas no se hubiera arrugado y el equipo no se hubiese conformado. Más que en empresas mayores, el Barça fue consciente de que su objetivo es mantenerse entre los puestos que dan acceso a la Liga de Campeones, una zona común. El título es sólo para uno.
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