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Kárpov añora y felicita a su 'pesadilla' Kaspárov

Se odiaron tanto como se necesitaron para darse fama, poder y mucho dinero. Ahora son dos guerreros veteranos, pero aún activos, que se respetan y dejan entrever cierta admiración por el otro. El mayor de los dos, Anatoli Kárpov, de 49 años, echa de menos los históricos duelos con Gari Kaspárov, de 37, y le felicita por su gran triunfo en Linares. Pero cuando se le pide que defina a su querido enemigo, la memoria le obliga a cambiar de tono: “Es una pesadilla”.

Era casi la medianoche del miércoles en el hotel Aníbal de Linares, sede tradicional del Wimbledon del ajedrez, cuyas paredes están adornadas por los retratos de los gladiadores del tablero. Terminada la ceremonia de clausura, con el relajo y el cansancio que marcan el fin de las grandes batallas, ambos habían disfrutado de la primera cena tranquila en dos semanas; eso sí, en mesas separadas. Kaspárov entró en la cocina para dar una propina al personal que le había mimado durante el torneo, y luego se dirigió hacia Kárpov, aún en el postre junto a su inseparable entrenador, Mijaíl Podgaets. Habló con él cordialmente, le sugirió que leyese un “interesante artículo” en una revista especializada, y se marchó sonriente. Kárpov preguntó a varios periodistas conocidos que ocupaban la mesa vecina: “¿Alguno de vosotros tiene la revista que me ha recomendado Gari?”. Los informadores, especializados en el ajedrez desde hace muchos años, nunca le habían oído llamar a Kaspárov por su nombre de pila.

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El paso del tiempo ha logrado transformar el odio en respeto y admiración contenida. “Es evidente que Kaspárov está en muy buena forma, y lleno de energía. Es un gran ajedrecista que ha vuelto a brillar en Linares, no sólo por sus resultados [triunfó invicto, con tres puntos de ventaja sobre los otros cinco participantes] sino por un juego magnífico. Le felicito”, había dicho Kárpov ese mismo día, durante una reunión con la prensa.

El nombre de su encarnizado adversario volvió a salir cuando se le preguntó por lo mejor y lo peor de su asombrosa carrera deportiva: “Me siento especialmente orgulloso por haber ganado más primeros premios que nadie en la historia del ajedrez [cerca de 150]. Echo de menos los cinco duelos con Kaspárov. La cobertura de prensa en nuestro deporte nunca ha sido tan grande como en aquellos años. Lo más doloroso es, sin duda, el recuerdo de la última partida del Mundial de Sevilla contra Kaspárov [que éste ganó, en 1987]. Por eso, si tengo que elegir una palabra para definirle, digo que él es para mí una pesadilla”.

Se le sugirió que su edad influye negativamente en sus resultados y explica la diferencia entre el quinto puesto en el torneo de Linares de este año y su magnífico triunfo en la edición de 1994, con 2,5 puntos de ventaja sobre Kaspárov. Pero Kárpov se mostró en desacuerdo: “El de 1994 es el resultado más brillante de la historia. Uno no puede hacer eso todos los años. Esta vez he desperdiciado varias posiciones ganadoras, sobre todo contra [el español Alexéi] Shírov y [el ruso Alexánder] Grischuk. Si las hubiera aprovechado, habría terminado el segundo en solitario. No creo que el problema esté en mi edad, sino en las múltiples actividades que mantengo fuera del ajedrez", afirmó, en alusión a sus cargos de presidente de la Fundación para la Paz (desde hace 20 años) y embajador de la Unicef.

Lleno de proyectos –entre ellos, la organización de un torneo masivo para aficionados en la Plaza Roja de Moscú a finales del verano-, el excampeón del mundo llama a la rebelión contra la Federación Internacional (FIDE): “Las federaciones europeas deben crear un organismo paralelo que termine con el desastre actual”. Entre las jóvenes estrellas, Kárpov tiene sus favoritos: “Reconozco el gran talento del ucranio Ruslan Ponomáriov [de 17 años] y el francés Etienne Bacrot [18], entre otros. Pero, tras enfrentarme a él en este torneo, el que más me impresiona es Grischuk [17]. Si mantiene su progresión, llegará muy lejos”.

Kárpov mantuvo la diplomacia que ahora domina casi todas sus respuestas cuando se le preguntó si podría batir el récord de longevidad deportiva de su otro gran enemigo, el antiguo disidente soviético Víktor Korchnói, quien se mantiene activo y con resultados brillantes a punto de cumplir los 70 años: “No cabe duda de que es uno de los casos más extraordinarios. Me gustaría jugar torneos durante muchos años más, pero no sé cuántos más voy a vivir”.

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