Kárpov vuelve y Kaspárov quiere mostrar su poderío
Los dos ex campeones se enfrentan desde hoy a cuatro jóvenes estrellas
Gari Kaspárov y Anatoli Kárpov vuelven a encontrarse desde hoy en Linares, el Wimbledon del ajedrez, pero en una situación bien distinta a la que marcó su histórica rivalidad, por primera vez como excampeones. Kaspárov, de 37 años, ansía recuperar el poder que da el trono. Kárpov, quien cumplirá 50 en mayo, hace gala de una valentía inusual al aceptar, sin una necesidad evidente, el enfrentamiento con su viejo enemigo y otros cuatro muy temibles: los húngaros Peter Leko (21 años) y Judit Polgar (24), el español Alexéi Shírov (28) y el ruso Alexánder Grischuk (17).
Kárpov mostró una energía impresionante el miércoles por la noche, cuando accedió a que un periodista de EL PAÍS le acompañase en el automóvil que le llevó del aeropuerto de Barajas a Linares. Dio muchos detalles sobre su hiperactividad actual: presidente de la Fundación por la Paz –que, entre otros fines, se ocupa de las víctimas del accidente nuclear de Chernobyl-, embajador de la Unicef para Europa del Este y el Oriente Medio, y participante en la negociación para el desarme nuclear entre Rusia y Estados Unidos. "También acudo con frecuencia a congresos y exposiciones de filatelia, para mostrar mi valiosa colección. Lo malo es que apenas puedo dedicar tiempo a mi familia", se lamentó.
Además de todo eso, sigue jugando torneos de segunda fila, da exhibiciones de simultáneas y funda clubes de ajedrez en varios países. Multimillonario desde hace tiempo, campeón del mundo indiscutible de 1975 a 1985 y ‘postizo’ (tras el cisma que provocó Kaspárov) entre 1993 y 1999, ganador de todo lo ganable, distinguido unánimemente como uno de los mejores ajedrecistas de la historia, no es fácil entender qué le impulsa a meterse en una jaula de leones. Preguntado al respecto, fue menos locuaz que en los otros temas: "Me gustan mucho los grandes torneos por el sistema de liga a doble vuelta".
¿Y se ha entrenado a conciencia? "Me he concentrado dos veces durante diez días en Voronesh [Rusia] con bastante intensidad. No es mucho, pero quizá sea suficiente". En realidad, sólo puede ser suficiente para él: para cualquier otro jugador de su edad sería temerario disputar este torneo con tan poca preparación. Pero Kárpov, quien logró el mejor resultado de la historia en la edición de 1994, no ha jugado en Linares desde 1995 y no se ha enfrentado a Kaspárov en la modalidad clásica desde 1996, es de una pasta especial: a la una de la madrugada seguía hablando, sin parar y con entusiasmo, de política internacional, de los problemas de los niños en el Tercer Mundo y de sus conflictos con la Federación Internacional (FIDE). Mientras tanto, su fiel entrenador, Mijaíl Podgaets, dormía a pierna suelta en el asiento de atrás.
Podgaets, de 53 años, tendrá que trabajar muy duro al afinar la preparación de cada partida en Linares. Ni él ni su pupilo pueden esperar ningún trato de favor por parte de Kaspárov, mentalizado para repetir el triunfo que logró hace un mes en Wijk aan Zee (Holanda). El ex campeón oficioso lamenta la ausencia de los dos campeones actuales: su verdugo y exalumno Vladímir Krámnik, quien no cerró a tiempo el acuerdo económico con los organizadores, y el indio Viswanathan Anand (campeón de la FIDE), de gira comercial por su país. Y ello le obliga a demostrar su poderío.
Además, si los cuatro participantes más jóvenes ven algún signo de debilidad en Kárpov, se lanzarán a por él. Sin embargo, los cuatro plantean incógnitas: Leko sufre aún en su salud las consecuencias de una infección vírica que sufrió en el Campeonato del Mundo de Nueva Delhi; Polgar logró importantes triunfos el año pasado, pero nunca ha subido del 10º puesto de la lista mundial; Grischuk muestra un talento enorme, tan grande como su inexperiencia; a Shírov, cuya brillantez y sentido del riesgo son admirados por millones de aficionados, le falta serenidad en los grandes momentos. Y Linares constituye la cita más solemne del año.
1ª ronda (hoy): Leko-Kaspárov; Shírov-Kárpov; Grischuk-Polgar.
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