Secretos del Pirineo andaluz
La Sierra Tejeda, que corona La Axarquía, preserva en sus cortados cabras monteses y águilas reales
Si hay un macizo montañoso en Andalucía equiparable a los de la cornisa cantábrica, es sin duda el que componen las sierras de Tejeda y La Almijara, que separan Málaga y Granada y constituye una verdadera joya ambiental y paisajística no reconocida hasta 1999, año en que se estableció la protección de sus 40.000 hectáreas de extensión bajo la figura de Parque Natural.
En Málaga, sierra Tejeda siempre ha tenido fama de inexpugnable: es una fortaleza natural. La corona la atalaya de La Maroma (2.068 metros de altitud), y la custodian una alfombra de zarzas y un laberinto de riachuelos que bajan furiosamente desde las paredes verticales de sus cumbres. Pero vale la pena desafiar los obstáculos e internarse en la negrura de sus bosques de pinos, salpicados por el árbol sagrado que da nombre a la sierra: el tejo.
La presencia del tejo, una de las coníferas que sobrevivió a las glaciaciones del cuaternario, se ha ido reduciendo a medida que avanzaron los poblamientos humanos. Temido por pastores y antiguos ejércitos por lo venenoso de sus hojas y bayas -y codiciado por unos y otros por la belleza de su madera-, las antiguas tejedas hoy han quedado reducidas a pequeños grupos que, eso sí, siguen provocando reverencia. No en vano el tejo es el árbol de las ermitas; el que mejor ilustra que el camino hasta el cielo es recto y lleno de espinas.
La sierra Tejeda es, además, la cima de la comarca de La Axarquía, último bastión del Reino de Granada. Por eso, hasta en las faldas de La Maroma es posible adivinar restos de fortalezas, acequias y otros ingenios árabes. En la ruta propuesta, lo que da nombre al lugar son los restos de un pequeño alcázar morisco que hoy se conoce como La Cerca, y que durante decenios sirvió de refugio a los pastores del lugar.
El camino en coche hasta este paraje perteneciente al término municipal de Alcaucín es largo, pero se hace llevadero por el buen estado de las carreteras en casi todos los tramos y la belleza casi hiriente del paisaje. A medida que se va ascendiendo, el paisaje sereno de las lomas de la baja Axarquía, salpicadas de blancas manchitas dispersas de las casas de labor, y con fondo verde musgo y cárdeno, vira violentamente a verdes oscuros y profundos de pinos negrales interrumpidos por riscos, cortados, puentes y ríos.
El desvío hacia El Alcázar está indicado a la izquierda de la carretera de Alcaucín, antes de internarse en el casco urbano. Se trata de una pista forestal poco recomendable para coches con faldones bajos. Siguiendo la pista se llega hasta la zona de acampada de El Alcázar, que cuenta con todo tipo de servicios, incluido un chiringuito donde se sirven truchas de río. Para los que prefieran llevarse la comida, se recomienda que paren en el pueblo a comprar pan cateto y las tortas de aceite que se amasan en la comarca, deliciosas y honestas.
Una vez en la zona de acampada, que se asoma a un impresionante cortado, se puede emprender una de las rutas más bellas de ascenso hacia La Maroma, a través de una senda que arranca desde allí mismo, junto a la antigua acequia que canaliza las aguas salvajes. Andando unos tres kilómetros por el sendero se topa el caminante con el arroyo y las ruinas de La Cerca. Desde allí se puede seguir el duro ascenso o, si las condiciones climáticas lo desaconsejan, cruzar el arroyo en busca de las panorámicas que ofrece el borde del cortado.
Sin gran esfuerzo se pueden contemplar ardillas; cabras monteses; tritones y salamandras en las pozas; y águilas reales, perdiceras, calzadas y culebreras en los cielos. La abundancia de fauna y su excelente adaptación se debe no sólo al impagable resguardo que ofrece el territorio, sino también al hecho de que desde hace décadas se haya protegido con la figura de Reserva Nacional de Caza. Pero aunque no se vislumbrara un solo animal, la grandeza del paisaje es tal que su mera contemplación basta para devolver al hombre la conciencia de su ínfima medida frente a la naturaleza.
- Dónde. Llegar hasta Vélez-Málaga por la Autovía del Mediterráneo. Desde allí, seguir en dirección a Alcaucín. A la entrada del pueblo está indicada a la izquierda la desviación hacia El Alcázar. Se llega por una pista forestal con una pendiente fuerte en algunos tramos. El coche se deja en la zona de acampada.
- Cuándo. Todo el año, aunque conviene evitar los días neblinosos para disfrutar de las panorámicas. En invierno y primavera los arroyos bajan con bastante agua. Si se piensa ascender a La Maroma, llevar buenas botas y protección para el sol.
- Alrededores. Cualquiera de los pueblos de la zona ofrece un delicioso paseo, pero destacan los baños de Vilo, a unos 5 kilómetros al noroeste de Periana por la carretera C-340 entre Periana y Riogordo. Actualmente se está reconstruyendo su curioso balneario.
- Y qué más. Información adicional en el Ayuntamiento de Alcaucín (952 510020).
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