Andalucía y la nueva juventud
La nueva generación de andaluces, la que acaba de cumplir entre 20 y 25 años, es nuestra primera generación de jóvenes que ha vivido democráticamente sin interrupción en toda la historia de España y de Andalucía. Es la primera generación que no ha conocido ni la guerra, ni la dictadura, ni la emigración propia, ni la pobreza extrema. Es la generación que aprendió en las escuelas el himno de Andalucía y la que sólo ha conocido el voto como forma ciudadana de adopción de grandes decisiones. Es la generación que tendrá la responsabilidad, en los próximos años, de comenzar un relevo en todos los banquillos sociales, económicos, políticos y culturales y que podrá, por ello, proponerse fines propios y dotarse de medios para conseguirlos.
La generación andaluza del 68, con sus luces y sus sombras, fue la generación que protagonizó la democratización de España y logró la aprobación del Estatuto de Autonomía para Andalucía. Pero es esa misma generación, especialmente la parte de ella que ha permanecido en el poder durante veinte años sin interrupción, la que no ha conseguido conciliar autonomía con desarrollo, ni andalucismo con prosperidad, ni Andalucía con regeneración ética y política, ni Sur de España con una nueva imagen emprendedora, ligada a las nuevas tecnologías y al progreso real.
¿Qué va a hacer la generación andaluza de 2000? Deberá contribuir con firmeza y claridad a hacer de Andalucía una de las mejores regiones de España y Europa, sin complejos, sin recelos, sin prejuicios, sin fatalismos y sin victimismos. Personalmente, deseo que la nueva juventud andaluza sea protagonista de un gran pacto político, social y ético que haga de Andalucía una de las mejores regiones de Europa para vivir y para convivir, para proyectar y para innovar, para prosperar y para respetar.
La primera piedra de ese gran pacto será el empleo, el camino acelerado hacia el pleno empleo en Andalucía porque el empleo suficiente permite autonomía para desarrollar un proyecto personal libre y digno.
Gracias al impulso del empleo experimentado a partir de 1996, la tasa de paro de los jóvenes en Andalucía se ha reducido alrededor de 10 puntos, pero todavía está muy lejos de las medias española y europea. Y eso significa crecimiento económico sostenido e intenso y, consecuentemente, convergencia con los valores medios de España y de Europa.
La mejor forma de avanzar en el empleo es cambiar el chip colectivo: pasar de una mentalidad pasiva a una mentalidad activa, de una mentalidad conservadora a una mentalidad emprendedora, de una mentalidad conformista a una mentalidad reformista, de una mentalidad resignada a una mentalidad ilusionada, de una mentalidad pesimista a una mentalidad optimista. No hay destino fatal, sino futuro abierto de par en par, esfuerzo personal y libertad.
El segundo peldaño de ese pacto tiene que ser la incorporación de Andalucía rápida y consistentemente a la sociedad del conocimiento. El conocimiento es hoy la mejor herramienta de progreso de un país y el medio de producción de bienestar más importante. Conocimiento es ciencia y tecnología, junto a la experiencia, como fuente de crecimiento de la prosperidad de Andalucía.
La nueva juventud andaluza tiene que impulsar y hacer habitual el 'hecho en Andalucía' y el 'hecho en España'. Deberá por ello convertir conocimiento en patentes y patentes en productos. Nuestra nueva generación deberá aprovechar la oportunidad que supone la palabra dicha y escrita en nuestro idioma común español que es, además de un extraordinario medio de cultura y comunicación, una potente fuente de conocimiento, comercio y desarrollo.
El tercer escalón de ese gran pacto generacional va a ser un nuevo pacto por la regeneración democrática en Andalucía. La experiencia histórica propia le dice a este juventud que la democracia ni es ni será nunca perfecta, pero le dice asimismo que es el único método que permite controlar el exceso de los poderes y, como decía Popper, defendernos e incluso librarnos de los gobiernos que elegimos.
Democracia es defensa de los derechos humanos, recogidos en la Constitución y en nuestro Estatuto. Democracia es libertad para la creación y para la crítica. Es esfuerzo personal y cívico. Es solidaridad activa con los más desfavorecidos sin someterles a nuevas dependencias y es exigencia de honestidad, transparencia y comportamientos éticos en las instituciones y en los gobiernos.
Tengo para mí que la nueva juventud andaluza pondrá como cuarto factor de este pacto, antes que un sentido trágico de la vida, un sentido práctico de la vida. El progreso, si es algo, se tiene que manifestar en los hechos. La libertad, si es algo, se tiene que dar en los hechos. La igualdad de oportunidades, si es algo, se tiene que demostrar en los hechos. La generación andaluza del 2000 atenderá menos a lo que se dice y atenderá mucho más a lo que se hace. Frente a las maniobras de propaganda y de deformación de las realidades, esta generación apostará por la información veraz y por la crítica razonable y sincera de lo que realmente ocurre.
La generación del 2000 es y será una generación de resultados, pero también una generación que sabe que ni todo vale ni todo vale lo mismo. Tan importante es lo que se hace como los métodos y medios con los que se ha hecho. La generación del 2000 ha comprobado que algunos delirios políticos terminaron en la Alemania nazi, en el muro de Berlín y en la pobreza y el subdesarrollo generalizados. Entre los cambios radicales y el inmovilismo se abre paso un tercer camino: la reforma, el diálogo y el cambio sensato.
El quinto elemento de este pacto consistirá en el destierro de los prejuicios. Hace veinticinco años, los jóvenes no podían vivir sin etiquetas. Andalucía ha sido víctima de esa herencia. O se era de los nuestros o se era de los otros. Esta generación del 2000 no partirá de los dogmas, de las sectas, de los partidismos injustificados o de los radicalismos, sino de los proyectos sujetos a crítica racional. Estará abierta a las ideas, a los proyectos, a los caminos, vengan de donde vengan si buscan la mejora de la calidad de la vida de todos. No le valdrá el argumento de autoridad. Para la nueva generación andaluza no importará quien haya dicho o propuesto algo. Lo que importa es si lo que ha dicho o ha propuesto es sensato y es conveniente para el interés general.
Yo quiero que el Partido Popular de Andalucía proponga a la nueva juventud andaluza del siglo XXI un gran cambio tranquilo, una revolución serena para que Andalucía sea en los hechos, en la realidad, una comunidad que esté orgullosa de ella misma, de su esfuerzo por mejorar y prosperar, y por contribuir activamente a la marcha de la España común y de la Europa unida.
Estoy convencida de que, tras veinte años de hegemonía socialista, la nueva juventud andaluza va a ser el motor de la alternancia política y que esa juventud comenzará a protagonizar en la próxima legislatura ese big bang colectivo que necesitamos para que Andalucía se respete y se haga respetar.
Teófila Martínez es presidenta del Partido Popular de Andalucía.
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