Iberia, la venta más difícil
El conflicto con los pilotos enreda la privatización más compleja de la SEPI
Los pilotos han puesto la última china en el largo camino de la privatización de Iberia. Si el conflicto abierto por su convenio no hunde un proceso que ha durado años, la compañía empezará a cotizar el próximo 3 de abril. A sus 73 años, Iberia dejará de ser una compañía pública, la última grande que aún tiene SEPI.
La oferta pública de venta (OPV) de Iberia ha sido un largo y complicado sendero en el que no sólo ha habido que sanear y poner en condiciones de competitividad la empresa. La elección de un socio industrial -British Airways- y sus relaciones con los socios institucionales, y de estos entre sí, la conflictividad laboral y la deficiencia de infraestructuras que provocaron el caos en el transporte aéreo, entre otras cosas, han retrasado más de dos años la privatización, que hasta ahora ha sido la más difícil para la SEPI, y la última de este calado.
El grupo público se dispone a deshacerse de toda su participación, un 53,9%, en plena marejada por la negociación del convenio de los pilotos y a un precio, aún por determinar, pero que pudiera quedar por debajo del fijado cuando entraron los socios del núcleo estable. El largo tiempo transcurrido entre la valoración de la compañía entonces -454.000 millones de pesetas- y ahora ha dado la vuelta a muchas situaciones, empezando por el impacto del precio del petróleo y el dólar en las compañías, y siguiendo por la caída generalizada de las bolsas.
Iberia presenta su mejor cara a los accionistas como líder del mercado doméstico y en el tráfico de pasajeros entre América Latina y Europa, con fuerte potencial de crecimiento y una flota en plena renovación. La cara oscura deja patente una empresa todavía pequeña en un mundo en el que se adivinan fusiones, y con un problema enquistado, el del SEPLA.
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