Palabras y encuentros

Un espacio escénico modélico, tanto en su limpio concepto como en su funcionalidad, acoge esta adaptación realizada por Carles Alberola sobre algunos relatos fragmentarios del ahora cineasta Gonzalo Suárez, en el que también juega un papel de primer orden la música cálida y como rememorativa de diversos mundos de interior de Perico Sambeat. Esta especie de homenaje al escritor asturiano se abre con una delirante secuencia acerca de una inolvidable noche de fin de año, para seguir con una especie de parodia de los relatos góticos y terminar con una irónica miscelánea sobre una historia de pareja, que es donde mejor se mueve el Alberola director, a lo que hay que añadir un par de monólogos intercalados. Cierta debilidad en la sutura dramática de los materiales de origen no impide gustar de las palabras de Gonzalo Suárez, próximo al surrealismo urbano cuando le conviene y dotado de un feroz sentido del humor cuando se emplea a fondo.

Y tampoco impide disfrutar en muchos momentos de la representación del talento de Carles Alberola como director, más evidente, me parece, cuando renuncia a ser el actor protagonista de sus obras, que aquí se manifiesta en una notable dirección de actores de muy diverso registro y en la astucia escénica para disponer tanto la ubicación como el desplazamiento espacial de los personajes, todo ello acompañado de una de los más lúcidos diseños de luces que se han visto por aquí en mucho tiempo. El resumen debe atender al hecho de que se trata de un trabajo muy delicado, que proporciona la falsa impresión de estar prendido con alfileres cuando más bien está muy amarrado, y que no renuncia así como así a recrear más que a ilustrar las numerosas sutilezas de un texto entre proteico y multiforme donde sus diversos prismas iluminan siempre una misma veracidad: la de la soledad y sus a menudo disparatadas argucias. Mención aparte para un trabajo notable de Xus Estruch y Salomó Sanjuán, bien acompañados por un reparto correcto.