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GENTE

DEL SOL DE RUANDA A LA NIEVE DE RUSIA

Todo comenzó en San Petersburgo, cuando Irina Polevaya se enamoró de Valenso, estudiante que había llegado a la URSS desde la lejana África. Y se fue con él a Ruanda, pero la guerra civil la obligó a regresar. Durante el conflicto ruandés, Irina conoció a Epiphany Hameniyman, una hutu. Ambas estaban encinta -Irina, de su segundo hijo; Epiphany, de su cuarto- y prometieron ayudarse. Por eso, cuando Irina se enteró de que habían matado al marido de Epiphany -que provenía de la misma localidad que Valenso-, le envió una invitación para que pudiera viajar a Rusia. Epiphany llegó al pueblo de Novosokólniki, en la provincia de Pskok, en febrero de 1998, cuando hacía 28º bajo cero. Cada familia tenía sólo una habitación de una vieja isba -la típica casa campesina rusa, hecha de troncos-, que Irina había comprado. Los habitantes de Novosokólniki se acostumbraron rápidamente a los nuevos vecinos, exóticos no sólo por el color de su piel, sino también por el hecho de no beber, algo inaudito en el pequeño pueblo. Epiphany obtuvo la ayuda de la Fundación Soros y pudo instalar una pequeña granja de cría de pollos. Pero la crisis del rublo ocurrida el verano de ese año hizo fracasar la empresa de Epiphany. Ahora, ambas mujeres viven principalmente de la huerta que tienen y contribuyen a mejorar la catastrófica situación demográfica en la provincia de Pskov: Irina ya tiene tres niños, mientras que Epiphany seis: además de sus cuatro, viven con ella dos hijos de la segunda esposa de su marido.-

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