Enigmas policiacos
Dos valores esenciales veo en esta reposición de una de las valiosas obras de Enrique Jardiel Poncela. Una es la recuperación del gran teatro de antaño, con un número grande de actuantes, con una complejidad de argumento y de acción, con decorados corpóreos y complejos, capaz de llenar dos horas y media de acciones primarias y secundarias, y de resolver los enigmas policiacos que plantea durante casi toda la obra. Quizá la caída económica del teatro nos ha privado del modelo de la larga época burguesa: el tiempo se acorta, y es peor si se alarga, o si se añaden escenas insulsas para rellenar el vacío, las compañías disminuyen y se trabaja con diálogos o monólogos, los autores han perdido su batalla por la dramaturgia, que era su trabajo, ajustada a la obra que habían escrito, que ahora hacen otros deseosos de que su trabajo destaque por sí solo y a veces es excelente, pero es otra cosa, y en la literatura hay mas atracción por la novela que por el teatro, quizá forzada por las dificultades del estreno, por las pocas representaciones y por la remuneración que no es la de antes. (*CF13*)Eloísa(*CF*) es un modelo de lo que fue el teatro: en este caso, la comedia.
[QQ] El otro valor es el de la personalidad de Jardiel Poncela. Es un autor de transición entre un teatro puramente cómico, con sus valores directos y sencillos, y un teatro nuevo que iría a parar después a Tono, a Mihura. El toque de surrealismo que tendrían éstos viene de Jardiel y del invento italiano del humor absurdo, quizá salido de un imposible fascista de trascendencia social y política en el que había que buscar otros alicientes casi inmateriales. Se podría resumir diciendo que Jardiel hacía aún un trabajo minucioso y difícil donde cada aparente disparate, cada frase aparentemente suelta, cada apariencia de irreal tenía una lógica interna.
[QQ] No siempre lo conseguía, pero en esta obra es todo perfecto, como en otras suyas. Y en sus largas y divertidas novelas. También sufrió de la censura de un fascismo al que amaba: era de una derecha acentuada, y admiraba a Franco. Pero algunos de sus libros, algunas de sus comedias, fueron prohibidas por él.
[QQ] Al cabo de tantas veces de ver y esta obra y de leerla se ve mejor el esfuerzo de su trabajo. La conversión de las escenas de antecedentes, que pasaban antes por ser una rutina, en verdadero teatro cómico y valioso: en este caso, el divertido prólogo que se desarrolla en las últimas filas de un cine, durante el descanso (en este caso, Mara Recatero comienza por la proyección de las escenas finales de (*CF13*)Morena Clara(*CF*]; la acentuación y caracterización de los personajes; la preparación de las sorpresas y, luego, su justificación; la situación del público unos segundos antes de esa sorpresa para que la sepa antes que los actores y goce viendo venir su miedo, su susto, su asombro. En fin, el teatro.
El público llena el teatro y ríe. Algunos la ven de nuevo, otros han oído hablar de ella a sus padres. No se pierdan nada: la escena trasmite lo escrito; los actores representan a la manera anterior, de la que algunos proceden; y Recatero se ha encargo de ayudarles a colocar las frases, de moverles de la manera adecuada. Sin disminuir el valor de su trabajo, todo está previsto por el autor y sus acotaciones. Aquellos autores eran los creadores totales de su obra, y sus dueños en el escenario. Pero todos participan en su éxito, y el espectador se lo da a todos, por el agradecimiento de una buena tarde pasada.
Babelia
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