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Crónica:Liga de Campeones | FÚTBOL
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Madrid empata (2-2) con el Lazio y se clasifica en la Liga de Campeones

Los madridistas se aseguran el pase a cuartos con un gran juego y una defensa deficiente; el Lazio queda eliminado

Santiago Segurola

El Madrid jugó frente al Lazio en estado puro. Con sus inmensas cualidades y sus viejos defectos, de tal forma que el diagnóstico para Valdano parece sencillo. Necesita un buen central para acompañar a Hierro y haría bien en buscar al sucesor del gran capitán. Hierro es de largo el mejor defensa del fútbol español, pero no puede sostener eternamente la línea defensiva del Madrid, que dio demasiadas facilidades a Salas y Crespo, los punzantes delanteros del Lazio. En su posición como central, Geremi fracasó en varias jugadas, y muy especialmente en los dos goles del equipo italiano. Por esa vía, el Lazio alcanzó las oportunidades que no mereció por juego. En ese aspecto, el Madrid le dio una lección de buen gusto en el primer tiempo. Le faltó remate, carencia obligada por la ausencia de un ariete. Pero por fútbol, la distancia fue sideral.

LAZIO 2|REAL MADRID 2

Lazio: Peruzzi; Pancaro, Negro, Couto, Favalli; Castroman, Simeone, Mijailovic (Inzaghi m. 82), Nedved; Crespo y Salas R. Madrid: César; Míchel Salgado, Geremi, Hierro, Roberto Carlos; Figo (Karanka m. 90), Helguera (Celades m. 66 ), Makelele, Solari; Guti (Munitis m. 71) y Raúl. Goles: 1-0. M. 3. Nedved desde cerca del área pequeña bate a César por debajo de las piernas. 1-1. M. 32. Solari rompe el fuera de juego desde la banda izquierda y pica el balón ante la salida de Peruzzi. 2-1. M. 53 Jugada individual de Castroman, que dispara desde el centro cerca del área pequeña, el balón rebota en Geremi y Crespo remacha. 2-2. M. 73. Munitis bota una falta desde la derecha y Raúl, de espaldas, cabecea a gol. Árbitro: Melo. Amonestó a Helguera, Roberto Carlos y Geremi. 45.000 espectadores en el Olímpico de Roma. Liga de Campeones. Segunda fase.

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El partido se desarrolló según la lógica que se observó en el duelo del Bernabéu. Dos estilos muy diferentes, por no decir opuestos, con jugadores cotizadísimos y un cierto desdén entre los rivales. Todos estos datos abundaban en la idea de un duelo intenso, y así ocurrió. A la fiereza del Lazio contribuyó su estado de necesidad, después de una pésima trayectoria en la liguilla, impropia del campeón de la Liga italiana. Salió directo y vigoroso, como se esperaba. Y muy pronto encontró el gol, tras una larga jugada que puso al descubierto las limitaciones de Geremi, que comenzó a perseguir ingenuamente la pelota. La delantera del Lazio progresó por ese hueco, con más tenacidad que otra cosa. Finalmente, el gol fue consecuencia de la jugada: tenaz y poco clara. El balón quedó dividido entre Hierro y Nedved, que le entró a la pelota con más decisión que el central. La acción dijo mucho del partido, o de las necesidades de cada cual. El Lazio no estaba para arrugarse.

Al equipo italiano no le faltaron oportunidades, permitidas por los errores defensivos del Madrid, especialmente en los saques de esquina. Claro que, en estas cuestiones, Mijailovic es alguien. Cada uno de sus lanzamientos produjo sudores fríos en los madridistas. Fuera de su condición de especialista en tiros varios, Mijailovic no está para nada. Sin Verón, el centro del campo fue un émbolo ciego, encabezado por el belicoso Simeone. Juego no había. El fútbol lo puso el Madrid, que hizo un partidazo en el primer tiempo.

Con clase y mucho toque, el Madrid bailó a su rival, que terminó acomplejado en varios momentos. Había un diferencia sustancial entre la capacidad de un equipo para mover el balón con facilidad y la incapacidad de otro para dar dos pases seguidos. De antiguo se sabe que a los italianos les importa poco la posesión de la pelota, pero esa indiferencia les desacredita frente a los equipos brillantes en la elaboración. Cuando el Madrid logra unir todas las piezas, hay una sensación de plenitud que llena la vista. Eso no ocurre con los italianos, de cuya capacidad competitiva no hay duda. Pero su fútbol ha caído en una reduccionismo dañino que cada vez le hace más vulnerable.

A través de Makelele y Helguera, el Madrid comenzó a tejer pacientemente, con todo el equipo en la misma onda. El Lazio perseguía sombras, con claros síntomas de desconcierto. Hasta que llegó el excelente gol de Solari, que atravesó la línea defensiva y superó con gran habilidad a Peruzzi. Si el gol del Lazio representó su estilo, el tanto de Solari culminó la obra de arte del Madrid en la primera parte. La segunda fue diferente, más combatida y, por tanto, más favorable a los intereses de los italianos. El Madrid se acomodó demasiado frente a un rival cada vez más vehemente. Nedved comenzó a ofrecer lo mejor de su repertorio: el dinamismo, la velocidad, la pujanza y la habilidad. Los demás empujaron con todo. Por la derecha, Castromán percutió con ganas y una particularidad dañina para el Madrid. Desde la derecha tiraba la diagonal y comprometía a Roberto Carlos, que no encontró la ayuda de Geremi. De esta manera llegó el segundo gol, favorecido por el error colosal del camerunés.

Del Bosque retiró a Helguera, cuyo concurso se antoja capital para el duelo con el Deportivo, y colocó a Celades en la media. Con mucho menos juego que en el primer tiempo, el Madrid aún tuvo tiempo para empatar en un cabezazo de Raúl, que está enorme. El gol tuvo trascendencia. Al Madrid le asegura el paso a los cuartos de final y al Lazio le deja fuera de combate. O lo que es igual, un rival de prestigio fuera del horizonte de los equipos españoles.

Solari bate a Pruzzi con un tiro picado para el 1-1.
Solari bate a Pruzzi con un tiro picado para el 1-1.REUTERS

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