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Entrevista:ENRIQUETA ANTOLÍN | ESCRITORA

'Lo que señala a un escritor es estar atento al lenguaje'

En Caminar de noche, la cuarta novela de Enriqueta Antolín, una voz masculina va descubriendo la profunda huella que le dejó conocer en la adolescencia a un tío, un aventurero que regresaba de América. A partir de ahí, la escritora teje una historia de complejas relaciones humanas, en la que se contraponen la vida en una provincia castellana de los años 50 y el exotismo de distintos países de la América latina.

Pregunta. ¿Que quería decir con un título tan sugerente como Caminar de noche?

Respuesta. Lo que sugiera al lector o, simplemente, a quien vea el título. Caminar de noche, es caminar por lo oscuro, por lo prohibido, por donde habitualmente no andamos, pero está ahí como un deseo y una posibilidad. Se puede entender de una forma metafórica, como caminar por dentro de tí mismo, por las partes oscuras de tu yo, y conocerse mejor, y también es real, la posibilidad de conocer la otra parte del mundo en que vivimos, que es la noche. La mayoría de la gente se va de este mundo sin haber conocido más que el día que es la estupidez mayor que se puede hacer.

P. ¿Y qué tiene la vida de noche?

R. ¡Ay! Hay que averiguarlo. Para empezar tiene lo menos trillado, lo que no se da por hecho que voy a conocer. En una noche oscura, la ciudad, por ejemplo, es distinta. Hay que ver como suenan los pasos, las sombras... Me parece que es una experiencia que merece la pena.

P. Usted describe escenarios españoles y latinoamericanos, con referencias claras.

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R. En todos mis novelas hay un trasfondo documental. Yo cuento una historia ficticia, pero en un escenario real. Me lleva mucho tiempo trabajarlo para que sea real y verosímil. En todos los casos utilizo todos los medios a mi alcance y la posibilidad de viajar al lugar donde van a ocurrir las cosas.

P. ¿Y como ha adaptado el lenguaje?

R. He hablado con muchos latinoamericanos que me han ayudado a utilizar el lenguaje correcto, y a poner en boca del hombre que vuelve de América después de 20 años, las palabras que tendría que decir a la vuelta. Y es que, además, la historia ocurre en una época en la que yo era una niña chica. Por lo tanto, no tengo memoria de ella, y también he tenido que hacer un gran esfuerzo de documentación para poner en una España de los años 50. Luego yo procuro que no se note, que se mezcle lo inventado y lo real.

P. ¿Puede extrañar al lector español los americanismos?

R. No creo que dificulte la lectura, con franqueza. Yo cuando escribo, estoy dentro de la novela. Lo más característico que puedo decir de mí misma como escritora es que cuando he montado el mundo de la novela, la estoy viviendo. Yo no estoy fuera forzando nada; ocurre lo que tiene que ocurrir. Por ejemplo, el hombre que llega dice palabras que ha aprendido en los países en los que ha vivido, pero se las dice a un muchacho que si no las entendiera, preguntaría su significado. En cierto modo, yo estoy allí, y si no entiendo una palabra pregunto a través de mi protagonista.

P. ¿Le interesan las diferencias del idioma?

R. Lo veo como un enriquecimiento. Cada zona geográfica y con una historia distinta tiene un lenguaje con características propias. Recuerdo que era una obsesión desde niña entender las palabras transformadas de las canciones infantiles. No podía soportar encontrarme en un juego de saltar a la comba con una palabra que no entendía. Me sigue pasando igual, no dejo pasar una palabra que no conozca. Lo que señala a un escritor es estar atento al lenguaje. Me sale de dentro; si eres un cuentista, un literato, tu instrumento es la palabra.

P. No vivimos una buena época para enriquecer el léxico.

R. Sí, pero me sorprende que los críticos y los lectores destacan que en mis obras les ha gustado la exactitud del lenguaje.

Enriqueta Antolín, ayer, en Bilbao.
Enriqueta Antolín, ayer, en Bilbao.SANTOS CIRILO

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