Un jurado popular declara por unanimidad culpable a un ex guardia civil acusado de matar a un taxista
Un jurado popular declaró ayer por unanimidad la culpabilidad del ex guardia civil G. I., de 24 años, acusado de robar y asesinar a un taxista en febrero de 1999 cerca de Paracuellos del Jarama, y consideró que no hay pruebas que determinen la existencia de un trastorno de la personalidad en el procesado. En el veredicto se declara al procesado culpable de los delitos de asesinato y robo con violencia, que apreciaron el fiscal y la acusación particular y por los que pidieron 25 años de cárcel. El jurado considera que el disparo que causó la muerte al taxista se produjo a un distancia inferior a dos centímetros de la víctima, y que ésta no tuvo oportunidad de defenderse. Estima, además, que el ex guardia civil cometió el crimen 'de forma voluntaria y consciente' y que no ha quedado probado que sufriera un trastorno de personalidad límite ni una anomalía 'epileptiforme', tal como alegó su defensor.
El abogado del acusado solicitó su internamiento en un centro psiquiátrico penitenciario porque, aunque reconoció que su cliente fue el autor de la muerte del taxista, sostiene que sufría trastornos de la personalidad y del comportamiento.
El jurado popular ha tenido en cuenta que el ex guardia civil reconoció que mató de un tiro fortuito al taxista, cuya voz, dijo, 'escucha en ocasiones en su cabeza'. Además, declaró probado que, en las primeras horas del 13 de febrero de 1999, el acusado, G. I., de 24 años, destinado en el aeropuerto de Barajas, requirió en una calle de Madrid los servicios del taxista R. M., de 52 años. Siguiendo las instrucciones del ex guardia civil, llegaron hasta un paraje despoblado, apartado de la circulación y escasamente iluminado de Paracuellos del Jarama. Allí, el acusado, que se encontraba en el asiento trasero, y con el fin de apoderarse del dinero que el taxista llevaba encima, extrajo por sorpresa una pistola que colocó sobre la sien de la víctima. El veredicto añade que sin que el taxista tuviera oportunidad de defenderse, el agresor realizó consciente y voluntariamente un disparo sobre su cabeza para causarle la muerte, lo que aconteció de forma inmediata. Acto seguido pasó a la parte delantera del coche y, tras cachear el cadáver de R. M., se apoderó de 25.000 pesetas y huyó.
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