_
_
_
_

Los agentes sospechan que el detenido mató a la mujer porque le iba a dejar por otro

Pedro Muñoz se quedó viudo el 24 de diciembre -el día de Nochebuena- de 1997. Irene, su mujer, falleció de un cáncer. Le dejó dos hijos, que ahora tienen 25 y 22 años. La familia vive en el bajo de un modesto bloque de pisos de la localidad de Yuncos (Toledo). Muñoz trabaja en la fábrica de tierras de Yuncos desde hacía más de 20 años.

Muñoz mantenía una relación sentimental con Maryorie y, como símbolo de su amor, le regaló una alianza de oro. El anillo llevaba escrito en su interior el nombre del supuesto asesino. La relación se torció y Muñoz no pudo aguantarlo. Maryorie le dijo que le iba a dejar por otro hombre, un agente de las fuerzas de seguridad retirado que se había quedado viudo, según fuentes de la investigación.

Muñoz y Maryorie discutieron. Ella insistía en su intención de separarse y Muñoz no soportaba la idea de que le abandonaran por otro. Zanjó el asunto, presuntamente, con el homicidio de la mujer, según las mismas fuentes.

El modo en el que el crimen se cometió no está del todo probado, pero los agentes y los expertos del Instituto Anatómico Forense de Madrid creen que Muñoz mató a Maryorie por ahogamiento. Le puso una bolsa de plástico en la cabeza.

Los agentes interrogaron a los allegados de Maryorie y descubrieron que la última persona que estuvo con ella antes de su muerte fue Muñoz. Los agentes llamaron por teléfono, el martes pasado, al domicilio del ahora detenido. El hombre respondió. Le dijeron que se presentara en el cuartel de la Guardia Civil de Illescas con sus dos hijos para prestar declaración.

En esos momentos, otros agentes vigilaban el domicilio de Muñoz. Le vieron salir a la calle y acercarse a un contenedor, donde tiró varios objetos. Los agentes pudieron comprobar que Muñoz trataba de deshacerse de todos los efectos personales que le pudieran relacionar con Maryorie. 'Tiró parte de la documentación de la mujer ecuatoriana y otros objetos de ella', explicó ayer un portavoz de la Delegación del Gobierno de Toledo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Después, el padre y los dos hijos se montaron en su furgoneta y pusieron rumbo a Illescas, a cinco kilómetros de su casa. 'No sé lo que mi padre ha declarado a la Guardia Civil. Yo sólo he explicado que he visto a mi padre con esa mujer varias veces en junio pasado, cuando vino al pueblo con ella', explicó Pedro Alfonso, el hijo mayor del detenido. 'A mí esa mujer no me gustaba. Era regordeta y no me gustaba. Mi padre salía con ella. Si la ha matado en defensa propia, ¡olé su valor!'. Pedro Alfonso contaba ayer esto sin pestañear, con los ojos brillantes, enrojecidos. 'Nadie puede creerse que lo haya hecho mi padre. Es una buena persona. Siempre decía que se iba a pescar, al pueblo de su madre, en Cáceres. Pero en realidad se iba con esa mujer', añadió Pedro Alfonso.

Otro cadáver calcinado

El móvil que llevó a Muñoz a cometer, presuntamente, un segundo e idéntico crimen es una incógnita. Los investigadores tienen la certeza de que Muñoz es el autor del homicidio de Gladys Irene V. P., ecuatoriana -como Maryorie-, de 33 años, también dedicada a la prostitución, también asesinada por ahogamiento, también abandonada y calcinada en un paraje rústico, también en la misma zona. Los agentes sospechan que tanta similitud no es fruto de la casualidad, pero todavía no han logrado pruebas para imputarle este segundo asesinato al detenido.

El cadáver calcinado de Gladys fue hallado apenas tres meses después del de Maryorie. Lo halló un vecino de Griñón (Madrid) cuando iba, con su mujer e hijas, a ver cómo iban sus cultivos. Un anillo también sirvió para identificar a la víctima. Pero los agentes no hallaron más objetos ni pruebas con los que relacionar a Muñoz con este segundo homicidio. 'Mi padre no ha sido. No tiene nada que ver con ese otro crimen', afirmaba ayer Pedro Alfonso, el hijo mayor del detenido. Muñoz declaró a la Guardia Civil que no sabía nada de ese otro suceso.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_