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Detenido un hombre acusado de asesinar y quemar a dos prostitutas

La Guardia Civil ha detenido a Pedro Muñoz Delgado, de 55 años, como el presunto autor de dos crímenes idénticos: el homicidio por ahogamiento de dos mujeres ecuatorianas de edad similar -algo más de 30 años- que se dedicaban a la prostitución. Ambas fueron rociadas con gasolina y calcinadas después del crimen, para borrar pistas, en parajes rurales de poco tránsito y separados entre sí por apenas 15 kilómetros (uno en Madrid y otro en Toledo), según informaron ayer fuentes jurídicas y de la Guardia Civil.

Muñoz Delgado fue llamado a declarar el martes pasado al cuartel de la Guardia Civil de Illescas (Toledo), donde confesó la autoría de uno de los homicidios, pero negó la del segundo. A pesar de ello, los agentes tienen fundadas sospechas de que el detenido es el responsable del otro crimen, pero aún no han logrado indicios concretos para imputárselo. El titular del Juzgado número 1 de Illescas, César Sempere, dictó un auto de prisión contra Muñoz, que ha ingresado en el penal de Ocaña (Toledo).

El caso arrancó tras el hallazgo, el 16 de septiembre, de un cadáver calcinado en el arroyo de La Pajarita, dentro del término municipal de Palomeque (Toledo). Un vecino halló el cuerpo carbonizado cuando paseaba y alertó a la Guardia Civil. El cadáver estaba irreconocible y no se podía decir a primera vista si se trataba de un varón o una mujer.

La identificación fue muy complicada. La clave para resolver el homicidio estaba anillada en los dedos del cadáver. Los agentes hallaron dos anillos de oro pobre, de pocos quilates, junto al cuerpo, que fueron decisivos para resolver el caso. Uno de ellos llevaba la inscripción del Colegio Técnico Agropecuario de Francisco Fálquez, de la localidad de Bucay, en Ecuador. Tras numerosas indagaciones, agentes de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil descubrieron que ese anillo le había sido robado a un miembro de ese colegio agropecuario vecino de Quito, la capital de Ecuador. Los agentes difundieron entonces la fotografía del anillo en la prensa local de Toledo. Una persona allegada a la fallecida lo reconoció y acudió a las autoridades para declarar que pertenecía a Maryorie Grey L. L., ecuatoriana de 34 años, casada y madre de seis hijos. Su marido y sus hijos viven en Ecuador.

Pedro Muñoz se quedó viudo el 24 de diciembre -el día de Nochebuena- de 1997. Irene, su mujer, falleció de un cáncer. Le dejó dos hijos, que ahora tienen 25 y 22 años. La familia vive en el bajo de un modesto bloque de pisos de la localidad de Yuncos (Toledo). Muñoz trabaja en la fábrica de tierras de Yuncos desde hacía más de 20 años.

Muñoz mantenía una relación sentimental con Maryorie y, como símbolo de su amor, le regaló una alianza de oro. El anillo llevaba escrito en su interior el nombre del supuesto asesino. La relación se torció y Muñoz no pudo aguantarlo. Maryorie le dijo que le iba a dejar por otro hombre, un agente de las fuerzas de seguridad retirado que se había quedado viudo, según fuentes de la investigación.

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Muñoz y Maryorie discutieron. Ella insistía en su intención de separarse y Muñoz no soportaba la idea de que le abandonaran por otro. Zanjó el asunto, presuntamente, con el homicidio de la mujer, según las mismas fuentes.

El modo en el que el crimen se cometió no está del todo probado, pero los agentes y los expertos del Instituto Anatómico Forense de Madrid creen que Muñoz mató a Maryorie por ahogamiento. Le puso una bolsa de plástico en la cabeza.

Los agentes interrogaron a los allegados de Maryorie y descubrieron que la última persona que estuvo con ella antes de su muerte fue Muñoz. Los agentes llamaron por teléfono, el martes pasado, al domicilio del ahora detenido. El hombre respondió. Le dijeron que se presentara en el cuartel de la Guardia Civil de Illescas con sus dos hijos para prestar declaración.

En esos momentos, otros agentes vigilaban el domicilio de Muñoz. Le vieron salir a la calle y acercarse a un contenedor, donde tiró varios objetos. Los agentes pudieron comprobar que Muñoz trataba de deshacerse de todos los efectos personales que le pudieran relacionar con Maryorie. 'Tiró parte de la documentación de la mujer ecuatoriana y otros objetos de ella', explicó ayer un portavoz de la Delegación del Gobierno de Toledo.

Después, el padre y los dos hijos se montaron en su furgoneta y pusieron rumbo a Illescas, a cinco kilómetros de su casa. 'No sé lo que mi padre ha declarado a la Guardia Civil. Yo sólo he explicado que he visto a mi padre con esa mujer varias veces en junio pasado, cuando vino al pueblo con ella', explicó Pedro Alfonso, el hijo mayor del detenido. 'A mí esa mujer no me gustaba. Era regordeta y no me gustaba. Mi padre salía con ella. Si la ha matado en defensa propia, ¡olé su valor!'. Pedro Alfonso contaba ayer esto sin pestañear, con los ojos brillantes, enrojecidos. 'Nadie puede creerse que lo haya hecho mi padre. Es una buena persona. Siempre decía que se iba a pescar, al pueblo de su madre, en Cáceres. Pero en realidad se iba con esa mujer', añadió Pedro Alfonso.

Otro cadáver calcinado

El móvil que llevó a Muñoz a cometer, presuntamente, un segundo e idéntico crimen es una incógnita. Los investigadores tienen la certeza de que Muñoz es el autor del homicidio de Gladys Irene V. P., ecuatoriana -como Maryorie-, de 33 años, también dedicada a la prostitución, también asesinada por ahogamiento, también abandonada y calcinada en un paraje rústico, también en la misma zona. Los agentes sospechan que tanta similitud no es fruto de la casualidad, pero todavía no han logrado pruebas para imputarle este segundo asesinato al detenido.

El cadáver calcinado de Gladys fue hallado apenas tres meses después del de Maryorie. Lo halló un vecino de Griñón (Madrid) cuando iba, con su mujer e hijas, a ver cómo iban sus cultivos. Un anillo también sirvió para identificar a la víctima. Pero los agentes no hallaron más objetos ni pruebas con los que relacionar a Muñoz con este segundo homicidio. 'Mi padre no ha sido. No tiene nada que ver con ese otro crimen', afirmaba ayer Pedro Alfonso, el hijo mayor del detenido. Muñoz declaró a la Guardia Civil que no sabía nada de ese otro suceso.

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