'Madrid es una ciudad donde nos sentimos comprendidas'
Las hermanas Raquel y Nuria Díaz decidieron hace poco más de un lustro abandonar su Sevilla natal para buscar fortuna en Madrid en el mundo de la música. Una historia parecida a la de cualquier artista que empieza, si no fuera porque un día alguien repara en sus letras y, aún sin saber cómo cantaban, les encarga la adaptación al castellano de una letra del cantante italiano Nek para su disco en español. Laura no está las acreditó como adaptadoras y les sirvió para muchos más encargos. Pero ellas querían cantar. Un restaurante de la calle Don Pedro, Maldeamores, las inspiró el nombre artístico con el que consiguieron atraer a sus primeros recitales por el circuito de cantautores a artistas como Pedro Guerra o Jorge Drexler. Acaban de editar su primer disco, llamado como su nombre artístico, y con él comienzan a despuntar como cantantes.
Pregunta. ¿Estamos en el tiempo de las mujeres?
Respuesta. Eso es un tópico. Es mentira que ahora sólo seamos mujeres las que cantamos. Somos más, eso sí, pero es que antes había muy pocas. La canción, como todas las demás cosas, es un mundo de hombres.
P. ¿Es más rentables ser adaptadoras que cantantes?
R. Queremos vivir de nuestras canciones cantadas por nosotras, pero todavía comemos de las adaptaciones que hemos hecho en estos años. Llevamos ya 130, entre ellas a Victor y Ana, Noa, Sandra Morey, Nek...
P. Y para vivir de esto, ¿era necesario venir a Madrid?
R. Queríamos escribir y cantar, y aquí están los sitios físicos donde se puede ir a dar el coñazo con tus trabajos. En general toda la cultura sigue muy centralizada en Madrid.
P. ¿Se puede decir entonces que ya han conseguido el sueño con el que vinieron?
R. Queda todavía mucho, pero sólo viniendo aquí nos íbamos a dedicar exclusivamente a esto. En Sevilla, si no lo lográbamos, hubiéramos vuelto a nuestros estudios de Periodismo y Bellas Artes.
P. ¿Y con qué se encontraron cuando llegaron?
R. Por lo menos con una ciudad en la que nos sentimos comprendidas. Nos quedamos por eso, porque enseguida nos metimos en un mundo en el que soñar con ser artista no se veía raro.
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