'El paisaje de Aranjuez y el rumor del río inspiraron a mi padre'
A la hija única del músico y compositor Joaquín Rodrigo, Cecilia (Madrid, 1941), se le agolpan las evocaciones a cuenta del centenario del nacimiento de su padre, que acaba de comenzar. Se acuerda de los años tiernos, de los vestidos con cascabeles para que su padre supiera por dónde andaba y de la conciencia de tener un progenitor 'distinto a los demás' (ciego desde niño), no sólo por el célebre Concierto de Aranjuez. Cecilia notaba que tenía que 'arroparle, protegerle un poco', y ahora dibuja con el lápiz de la memoria a un Joaquín Rodrigo 'muy familiar', que fue vigía de su infancia, adolescencia y maternidad. Cecilia aprendió pronto a acariciar las teclas del piano, que para eso tenía a los maestros en casa, pero al final prefirió el baile clásico. En la actualidad, preside la Fundación Victoria y Joaquín Rodrigo, que ha preparado para este año decenas de celebraciones en todo el mundo, desde Aranjuez, claro, a París o Londres. Hoy es la presentación oficial.
Pregunta. ¿Cómo era el maestro?
Respuesta. Siempre fue un hombre bondadoso por encima de todo, inteligentísimo, sutil en su forma de ser, jovial. Pasó, como todos los creadores, por momentos de euforia y alegría, y de depresión y tristeza cuando las cosas no iban. Siempre fue consciente de que era un hombre popular, pero lo llevó con una sencillez y humildad extraordinarias. En los últimos momentos estuvo tranquilo en su casa, con su música y rodeado de todos nosotros.
P. Va a publicar un libro de fotos. ¿Es más sentimental o artístico?
R. Están todas las facetas de su vida, su niñez, su juventud, cuando su mujer entra en escena, sus facetas de músico, compositor, después como maestro, luego entra en una etapa en que viaja mucho y, por último, el gran periodo del éxito y los honores. Todo con fotos, variadísimas. El libro dará a conocer sus tres facetas: el hombre, el maestro y el músico.
P. ¿Por qué eligió Aranjuez para titular su concierto?
R. Cuando se casaron, en 1933, mis padres pasaron una temporada corta en Madrid y hacían excursiones. Una de ellas fue a Aranjuez, por el palacio, el río, los jardines, porque representaba la historia de España de finales de siglo XVIII y principios del XIX, que le gustaba muchísimo a mi padre. Esa época tan romántica, sobre el fondo de ese paisaje y del rumor del río, fue la que inspiró a mi padre en el célebre concierto.
P. ¿El gran público conoce a Joaquín Rodrigo más allá del concierto?
R. No demasiado, pero ahora tiene la oportunidad de descubrir, por ejemplo, su única obra teatral lírica, la comedia El hijo fingido, que está en el teatro de la Zarzuela hasta el 11 de febrero. Incluso para mí ha sido una emoción enorme poder apreciar que el mejor Rodrigo está ahí, encerrado por la belleza y la sensibilidad de las melodías de varias de sus obras. Creo que es una joya envuelta en estuche de lujo, porque la escenificación de Gerardo Malla es una maravilla.
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