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Muere un guardia civil tras recibir dos tiros en una pelea a la puerta de un bar

Juan Carlos Sanz Cancelas y su compañero, Juan Manuel González, salían a las cuatro de la madrugada de ayer de un bar de copas situado junto al cruce de las calles de Pinzón y Humanitarias, en el distrito de Carabanchel. Un vehículo todoterreno de color verde, aparcado en doble fila, les bloqueaba la salida. Los agentes dieron el aviso en el bar de copas, y de él salieron cinco clientes a retirar el vehículo. Entonces comenzó una discusión. Un miembro del grupo amenazó con una cadena a los agentes. Éstos sacaron las placas y les dijeron que eran de la Guardia Civil. La trifulca subió de tono y Juan Carlos y Juan Manuel desenfundaron sus armas, según fuentes de la investigación.

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En ese momento, los cinco individuos se abalanzaron sobre los guardias y les arrebataron las armas. Uno de ellos empuñó una de las pistolas y descerrajó cuatro tiros a Juan Carlos. Una de las balas le destrozó el rostro y otra le alcanzó en el cuello. El agente se desplomó y murió en el acto. Su cuerpo quedó tendido junto al parque infantil de la calle de Pinzón. Su compañero sufrió dos cuchilladas leves, una en el cuello y otra en la espalda. Fue trasladado al hospital militar Gómez Ulla, donde los médicos le dieron el alta tras aplicarle varios puntos de sutura.

A Silvio Salán, vecino de la calle de Pinzón, 46, le despertó la reyerta en plena noche. 'Se oyeron unos gritos muy fuertes y muchos insultos. De repente, sonaron cuatro detonaciones muy potentes y ya no se sintieron más gritos', narraba ayer. 'Cuando escuché los tiros me levanté de la cama, me puse la bata y salí al balcón. Entonces vi a un hombre tirado en el jardín. No se movía. Su amigo estaba hablando por un móvil, muy nervioso, andando de un lado para otro y pegando golpes a un contenedor de papel. Decía: '¡Por favor, vengan rápido! Han matado a mi compañero', añadió el testigo. 'El joven herido dijo que los que le habían atacado eran cinco suramericanos', apostilló. El todoterreno fue hallado horas después del homicidio en la zona sur de Madrid. Había sido quemado para borrar huellas.

El guardia civil fallecido y su compañero herido estaban destinados en Guipúzcoa, uno en Eibar y otro en San Sebastián, según un portavoz de la Delegación del Gobierno. Ambos estaban de baja porque convalecían de lesiones en las piernas. Uno de ellos había sido sometido a una intervención quirúrgica en una rodilla. Tenían permiso para venir a Madrid para someterse a unas pruebas en el hospital militar Gómez Ulla.

La policía no ha recuperado sus armas. El delegado del Gobierno, Francisco Javier Ansuátegui, afirmó ayer que 'no es irreglamentario' que los agentes lleven sus armas aun fuera de servicio, y añadió que 'queda descartada cualquier connotación terrorista' en el suceso. Ansuátegui señaló que 'no hay ningún dato para concluir que el otro grupo, el atacante, supiera previamente que los dos individuos fueran guardias civiles'.

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El Grupo de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil han formado un equipo conjunto para investigar el crimen. En la tarde de ayer tomaron declaración al agente herido.

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