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Entrevista:DUISHEBÁIEV | JUGADOR DE LA SELECCIÓN | Campeonato del Mundo | BALONMANO

"Soy un currante luchador, no un genio"

Talant Duishebáiev, el segundo mejor balonmanista del siglo XX -tras el sueco Wislander- según una reciente encuesta popular, admite que es un líder nato y atribuye su extraordinaria capacidad de sufrimiento a la historia del pueblo kirguizo, proveniente de una tribu de nómadas mongoles. Español desde 1995, define a su país de adopción como 'un sueño' y califica de 'paraíso' a Cantabria, donde nacieron sus dos hijos. A sus 32 años, recién fichado por el Ciudad Real para la próxima temporada, aún necesita una tensión permanente para rendir al 100% tanto con la selección española como con su actual equipo, el alemán Minden, y niega que su virtuosismo sea el de un genio: 'Soy un currante luchador'.

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Pregunta. ¿Cómo fue su infancia en Frunze, la capital de la entonces república soviética de Kirguizistán?

Respuesta. Era feliz con mis padres y mis hermanos. Además, el sistema soviético mimaba la educación deportiva. Los kirguizos, los kazajos y los uzbekos vivíamos en armonía, incluso con matrimonios mixtos, sin los problemas étnicos que han surgido después. No nos preocupaba el futuro, aunque se nos ocultaba la cara negra de la verdad, como algunos accidentes nucleares similares a los de Chernóbil.

P. A los 18 años, coincidiendo con su servicio militar, pasó el CSKA de Moscú, en el que destacó por su afán de superación.

R. Dada mi envergadura normal , tenía que suplir esa carencia con el trabajo. Antes o después de las tres sesiones de entrenamiento con la selección soviética, me iba solo a la pista para ejercitar mi técnica individual.

P. ¿No se considera, pues, un genio innato?

R. No; más bien, soy un currante luchador. Es cierto que ya era un líder a los cinco o seis años, pero sobresalir en la URSS exigía trabajar muy duro. Por otro lado, tuve muy buenos entrenadores y me dieron una visión global de la cancha.

P. ¿Y la capacidad de sufrimiento? Por ejemplo, jugar la final del Campeonato de Europa de 1996 tras pasar la noche en un hospital conectado al suero.

R. Eso habría que buscarlo en la leche de mi madre y en la historia de los kirguizos. Mi familia me inculcó que todos los dolores se pueden superar. Y mis primeros entrenadores me enseñaron que el colectivo está siempre por encima del individuo.

P. Durante los partidos, da la sensación de tener la mente de un ajedrecista: siempre pensando en la próxima jugada.

R. Es cierto. Y eso hace que a veces me distraiga al bajar a defender porque estoy dándole vueltas al próximo ataque. Pienso en cuál de los rivales es más débil para cargar el juego sobre él o en las instrucciones que voy a dar a mis compañeros, con palabras clave o un código de gestos, en cuanto recuperemos el balón. Lo normal es que sólo duerma tres horas los días anteriores. Cuando duermo más, sé que voy a jugar peor. Estoy todo el rato sopesando cuál es la mejor manera de jugarle al adversario.

P. Su esposa, Olga, fue portera de la selección soviética. Supongo que eso le ayuda.

R. Claro. Entiende que necesito estar muy concentrado antes de los partidos. Los comentamos y estudiamos juntos los vídeos.

P. ¿Qué opina sobre el problema de los comunitarios B?

R. En el deporte, o todos europeos o ninguno. Para mí, por razones históricas y culturales, la UE debe llegar hasta los Urales.

P. ¿Qué le falta a España para superar a Rusia y Suecia?

R. Romper una barrera psicológica. Espero que lo hagamos entre este Mundial y los Juegos Olímpicos de Atenas, en 2004.

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