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Reportaje:

¿Quién delató al Che?

Un documental sueco reaviva la polémica sobre si alguien traicionó al mítico guerrillero castrista

Régis Debray no desea volver a hablar de la muerte del Che Guevara, remover un recuerdo que, sin duda, es doloroso para él, sobre el que ha escrito ampliamente. Su contestador telefónico recoge preguntas a las que no piensa responder. Y es Elisabeth Burgos, su antigua compañera y especialista en historia de los movimientos guerrilleros latinoamericanos, quien desmiente las hipótesis de un documental emitido por un canal de la televisión pública sueca según las cuales el Che fue localizado y asesinado el 9 de octubre de 1967 a raíz de las indicaciones facilitadas por Debray, detenido el 19 de abril del mismo año.

'El general Ovando [comandante en jefe de las tropas bolivianas en aquel momento] ha admitido que el Ejército sabía de la presencia en el país del Che y su guerrilla en noviembre de 1966', explica Burgos. Elisabeth Burgos alude a otros testimonios, como el de dos desertores militares, que el 11 de marzo de 1967 'reconocen saber que el Che está en Bolivia'.

En el reportaje, el testimonio de cargo contra Debray lo aporta el pintor argentino Ciro Roberto Bustos -residente en un suburbio de la ciudad sueca de Malmö, como exiliado político y jubilado de su trabajo de limpiador en una fábrica-, que fue capturado junto al escritor. En su contra, Burgos recuerda, porque 'es de notoriedad pública, que Ciro Roberto Bustos colaboró con quienes le interrogaban dibujando el retrato de todos los miembros de la guerrilla'. El aludido se defiende asegurando que la CIA tenía fotos del Che en todas las circunstancias posibles y que además introdujo en el grupo dos rostros producto de su fantasía. Para Burgos no fue eso lo más trascendente, sino el que 'trazara planos que permitieron al Ejército localizar los escondrijos donde se guardaban documentos cruciales'.

Los periodistas nórdicos aseguran en su documental que 'fue durante las tres primeras semanas de la detención de Bustos y Debray cuando pudo comprobarse que el Che estaba en Bolivia'. La antigua compañera del escritor atestigua que 'Debray reconoció la presencia del Che cuando ya no servía de nada negarla, tres semanas después de su detención. En mayo, las pruebas acumuladas eran concluyentes: fotos, documentos, testimonios...'. Entonces Debray optó por refugiarse en su condición de periodista que quería entrevistar al líder guerrillero.

Elisabeth Burgos recuerda ahora el esfuerzo de las autoridades bolivianas, ya en 1967, por poner de relieve la presencia de Debray entre los guerrilleros para que su condición de francés 'sirviera para presentar el combate del Che como dependiente de una potencia extranjera, ajeno, pues, a todo carácter nacional e indígena'.

Bustos se enorgullece de que su falsa identidad resistiera 'durante veinte días al interrogatorio militar'. 'Cuando fui detenido tenía conmigo un pasaporte a nombre de Carlos Alberto Frutos, de profesión ingeniero, representante de un grupo de apoyo a los presos políticos argentinos, que había venido a un encuentro en La Paz que resultó ser una reunión de la guerrilla, en la que, haciéndome el despistado, me había visto envuelto contra mi voluntad', sostiene Bustos, quien aseguró ayer a este diario haber mantenido esa versión, 'sin duda poco creíble, hasta que se descubrió mi verdadera identidad cuando llegaron mis huellas dactilares desde Argentina'. 'Mi preocupación', dice Bustos, 'era preservar a la gente de Argentina comprometida con el plan del Che de montar una guerrilla allí y puedo decir que ninguno de ellos fue detenido a raíz de mis declaraciones'.

La versión de Debray recordada por Burgos ha sido ratificada por el coronel Benigno, otro de los supervivientes cubanos del grupo que acompañaba a Guevara y que vive ahora en París, exiliado. Pero la hija del Che, Aleida Guevara, ya anticipó, en cambio, en 1996 la versión ahora difundida por los suecos, aunque sus declaraciones de entonces a un periódico argentino pudieran interpretarse como una maniobra castrista. No en vano Fidel no ha perdonado a Debray, autor de La revolución en la revolución, el que rompiera con su discurso a favor de los movimientos violentos para cambiar la sociedad.

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