_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los toros escachifollados

Las vacas estarán locas (se sospecha de algunas), pero los toros están escachifollados. A los toros de lidia me quiero referir.

Los taurinos proclaman de sí mismos que su comportamiento es ejemplar, que son buenos y benéficos, y alientan una devoción por la fiesta de tal enjundia que jamás les hubiese permitido perpetrar ninguna perrería con los toros de su casa. Y nadie lo discute en el momento presente (respecto a cualquier otro no me comprometo), más la cruda realidad es que los toros que sueltan para la lidia en su inmensa mayoría están escachifollados.

Si en cualquier explotación dedicada a la crianza de reses de carne el ganado hiciera lo que hacen en el ruedo los toros de lidia, que es rendir pata, hocicar belfo, caerse y pegar volteretas sin venir a cuento, nos echaban de Europa.

Nadie crea que aquí se está aludiendo expresamente en el caso de los toros bravos a la encefalopatía espongiforme bovina que llaman mal de las vacas locas, sino al probable fraude generalizado que desde hace ya bastantes años se está produciendo con los toros de lidia.

Que un toro salte a la arena y a las pocas carreras ya esté perdiendo las manos, luego el sentido de la orientación, y se pegue panzadas o quizá morradas y hasta se revuelque y dé volatines, no es normal. Y que, caído, o sedente tan pancho, le rodeen unos individuos vestidos de luces y se pongan a tirarle del rabo para levantarlo, y ni se inmute ante semejante afrenta, es menos normal aún.

Claro que para los taurinos siempre hay una excusa, motivaciones de diverso cuño, y les trae sin cuidado que sean descabelladas o contradictorias, para propalarlas sin rubor, porque (ellos saben, cuentan con amplia experiencia) en la fiesta los tontos de baba también abundan, y se tragan con suma facilidad, e incluso con entusiasmo, infundios, trolas, sapos y lo que sea menester.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

A veces los taurinos se andan a vueltas con la casta de los toros, que falta; con la dureza de la plaza, que sobra; con las lluvias, si llovió, o con la sequía si escampó; con el estrés, pues ahora resulta que los toros padecen estrés; y con la gimnasia funcional, pues, al parecer, los toros irían más ligeros y pimpantes por la procelosa vida y por el candente redondel si hicieran aerobic.

Y de ahí en adelante, cuanto se les ocurra a los taurinos. Cualquier memez les vale para justificar la caída de los toros mientras nadie ha sido capaz de allegar ni el más mínimo argumento lógico para explicarla, menos aún para prevenirla. Claro que a lo mejor les ha llegado su hora y planteado este preocupante problema de las vacas locas, que exige análisis de laboratorio, se alcanza a descubrir por qué los toros salen escachifollados.

Apenas una semana falta para que empiecen a celebrarse corridas de toros en la Comunidad madrileña y nadie sabe lo que va a suceder con los toros de lidia. Dentro de cuatro días mal contados arranca la feria de Ajalvir, poco después vendrá la tradicional de Valdemorillo, y se ignora si los toros, después de lidiarse, habrán de ir a análisis o al crematorio.

Los taurinos ejecutivos (entiéndase, los que cortan el bacalao en cada estamento de la fiesta) se han planteado lo que les conviene a partir de determinados supuestos. Por ejemplo: el análisis de la res, que, por cierto, es carísimo (y requeriría meter los cadáveres de los animales en congeladores hasta que los pudieran analizar), aparte de que podría revelar determinados componentes fraudulentos, si diera positivo, obligaría a incinerar todas las reses de la ganadería de procedencia. Luego no conviene.

De perdidos al río: la opción mejor es para los taurinos el crematorio. Además, no hay mal que por bien no venga. Sin análisis y con el cuerpo del delito en la hoguera, a ver cómo se demuestra aquel oscuro asunto del fraude del afeitado. Y quién es el guapo capaz de averiguar por qué los toros saltan a la arena escachifollados, borrachuzos y crepusculares.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_