La moda es el patinete
París cuenta con casi un centenar de kilómetros de carril-bici para sus 2,2 millones de habitantes. Menos que Estrasburgo (400.000 habitantes), que con 300 kilometros tiene el récord francés de pistas para bicicletas, aunque esta cifra incluye 25 pequeños ayuntamientos de su área metropolitana.
En París, una ciudad con pocos desniveles con la excepción de la colina de Montmartre, el uso de la bicicleta creció a raíz de una huelga de transportes públicos en 1995. A diario no se usa demasiado. Los carriles son inseguros: la mayoría discurren a lo largo de avenidas o bulevares cuajados de coches y autobuses, sin preferencia sobre ellos. Además, en la capital francesa llueve con mucha frecuencia. Para el transporte sirve de poco: se puede llevar en el tren de cercanías, pero se prohíbe llevar bicicleta en el metro urbano, salvo los domingos en alguna línea. Para los trayectos cortos, la moda parisina es usar el patinete, que permite circular por las aceras -la gran mayoría son de asfalto- y plegarlo para transportarlo en metro o autobús.
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