'Los artistas, ahora, no aceptan el riesgo de tirarse al vacío'
Chema Cobo (Tarifa, 1952) es uno de los artistas más conocidos y reconocidos de la generación de pintores que vino a adoptar en los setenta el nombre de Nueva Figuración Madrileña. Premio Andalucía de Artes Plásticas en 1994, profesor en España y EE UU, su obra se encuentra en los principales museos de arte contemporáneo. Una doble muestra antológica de 200 dibujos y 100 grabados va a permitir, a partir del 19 de marzo, que en Cádiz se vea por primera vez la trayectoria de uno de sus mejores creadores.
Pregunta. ¿Qué Cobo descubrirá el público a lo largo de la muestra?
Respuesta. No verá uno, sino muchos. Una de las intenciones que ya tuve en los setenta, y ahora veo confirmada, es que lo que me gusta es enmascararme para desenmascarar o al revés. Pero no me gusta mucho mirar hacia atrás porque me da dolor de cuello.
P. El dibujo, en su caso, cumple una función básica.
R. Es una obra autónoma. Mis escritos sí serían bocetos de mis dibujos, pero mis dibujos no lo son de mis cuadros.
P. ¿Es una exposición modesta?
R. Lo que intenta es distanciarse de hacer un espectáculo del arte. Es tan sencilla y compleja como irse a pasear por el paseo marítimo y mirar al horizonte.
P. ¿No cree que el arte contemporáneo se está convirtiendo en una cosa tautológica?
R. Absolutamente. Uno se pregunta por qué el artista no acepta que su riesgo es saber que se está tirando al vacío. Sucede que todo el mundo quiere seguridad y saber que puede pagar mañana la casa y en vez de lanzarse a la aventura prefieren un París-Dakar. Nos hemos convertido en prospecto de aspirinas, que no quitan el dolor de cabeza y ni siquiera colocan. Y, aunque te des cuenta, encima te sientes un poco chantajeado por los prejuicios sociales. Corres el riesgo de que te quiten en medio rápido y digan de ti que eres un capullo que no se entera de nada cuando estás poniendo en cuestión los grandes baños de ego que se pega todo el mundo en el arte.
P. ¿Qué tiene Tarifa que salen artistas o windsurfistas?
R. Será el viento o que no servimos para otra cosa. Puede sonar a romanticismo alemán, pero estar en un sitio aparentemente tan ilimitado, desapacible y de cruce, en un lugar tan inestable visual y atmosféricamente, a lo mejor, psicológicamente, funciona llevándote a aislarte un poco y creas un mundo paralelo.
P. ¿Era amigo de Pérez Villalta en Tarifa?
R. Éramos muy aficionados a hacer dibujitos. Compartíamos fascinaciones musicales extrañas en aquel momento: Jimmy Hendrix, Bowie, Reed... Eran mitos para nosotros.
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