_
_
_
_
Reportaje:

Historia de un desencuentro

La profunda austeridad de Héctor Cúper está resultando una barrera insalvable entre el técnico y la festiva afición del Valencia

Por lo visto, un tipo tan austero como Héctor Cúper, que no acude regularmente a la peluquería, sino que se recorta el pelo de vez en cuando en su propia casa, no es el personaje más popular para la parroquia de Mestalla, que amó en su día la simpatía e histrionismo de su antecesor, Claudio Ranieri. Ésta es la historia de un desencuentro, el que ha vivido el técnico del Valencia, Héctor Cúper, y la afición valencianista, incapaz de amarle a pesar de una campaña y media preñada de éxitos. Y éste es el momento en que una mala química entre ambos puede provocar la marcha del entrenador que ha logrado lo que nadie: colocar al club en una final de la Liga de Campeones, el pasado año en París. Lo advirtió ayer el vicepresidente del club Jaime Ortí: el técnico está muy bajo anímicamente después de los silbidos que ha recibido en las últimas jornadas, y eso puede frustrar su renovación por el Valencia.

Más información
La renovación, en peligro

No es problema de dinero, según el club. Cúper ya cobra 320 millones limpios por temporada -de los que reparte 60 entre sus ayudantes-, y el Valencia le ofrecerá más de 400, es decir, que pasaría a ser uno de los técnicos mejor pagados del mundo. Para hacernos una idea, el preparador del Manchester United, Alex Ferguson, lidera esta clasificación con unos 525 millones limpios por ejercicio; le siguen Fabio Capello, del Roma, con 450, y Marcelo Lippi, destituido en el Inter, con 350 millones. Del Bosque, del Madrid, ronda los 80.

No es eso, pues, sino las broncas que eventualmente Mestalla le brinda a su entrenador. La más sonada se produjo el año pasado, cuando un Madrid muy mermado por las bajas empató a última hora en Mestalla y el público cantó un casi unánime Cúper vete ya. El preparador argentino no es tan impermeable a las críticas como parece. Y mucho menos su esposa, que pasó mucho miedo ese mismo día, cuando unos radicales -un grupo muy minoritario, eso sí-, zarandearon el coche en el que esperaba a su marido. Esa hostilidad, que se disipó a medida que el Valencia escalaba en la Liga y en la Liga de Campeones, ha reaparecido tras la eliminación copera ante el Guadix, de la Segunda B. E incluso antes. De nada le sirve ser cabeza en España y en Europa. A la primera de cambio, por ejemplo si sustituye a Ilie en el último tramo del partido, la grada le protesta con fuerza al entender que es una propuesta conservadora. Y durante el último partido, ante el Racing, Cúper se refugió en el banquillo, sin salir a la banda a impartir instrucciones. Por si acaso.

Con todo, estas últimas críticas no son unánimes: puede tratarse de un ruidoso tercio del campo. El mismo que, también incomprensiblemente, abroncó el pasado domingo al jugador Angulo, que había cometido un pecado capital: fallar el penalti decisivo ante el Guadix. No hay que exagerar, evidentemente, pues la mayoría quiere la continuidad del entrenador argentino, pero lo difícil es entender a ese tercio del campo. Tal vez ayude a comprenderlo la tendencia autodestructiva que ha caracterizado, tradicionalmente, al club de Mestalla, que se ha cebado con todos sus principales ídolos: le silbó a Di Stéfano después de proclamarse como entrenador campeón de Liga en 1971, pero también a Claramunt, Kempes o el mismo Mendieta. Así que, nada nuevo bajo el sol. Pero sí que hay algo en el carácter del técnico que ha podido influir. Mientras que Ranieri se pavoneaba del brazo de su esposa por el centro de Valencia saludando a unos y otros en las fiestas de Fallas, muy raro es ver a Cúper en público. Y cuando lo hace, es de manera casi clandestina. Agacha la cabeza y no conoce a nadie.

A todo esto, los jugadores han cerrado filas en su defensa. Cuando el ex valencianista Farinós regresó en Navidades de vacaciones a Valencia, le salió del alma el siguiente comentario: 'Ahora sí me doy cuenta de lo buen entrenador que es Cúper'. En Italia, Farinós ha conocido en poco tiempo a Lippi y a Marco Tardelli. El portero Cañizares clama contra la 'injusticia' de la grada con Cúper; el lateral Carboni le pide más madurez a la hinchada en este aspecto; y Albelda se pregunta retóricamente: '¿Algún otro entrenador ha conseguido en la historia lo de Cúper?'.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_