'¿Nunca habían visto barro?'
Los habitantes de Torrelavega lamentan la sorpresa que causó el mal estado del césped del Malecón
Temerosos de que la lluvia desluciera el espectáculo, los aficionados se pasaron el día deshojando la margarita del tiempo: '¿Lloverá o no lloverá?'. La dirección del humo de las chimeneas fabriles de Sniace, Solvay y Firestone avisaba de la benignidad de los vientos. La meteorología no se ensañó demasiado con el viejo y achacoso campo del Malecón, protagonista en vísperas del partido de portadas de periódicos deportivos. '¿Pero es que no han visto nunca un campo con barro?', protestaban los torrelaveguenses. Embarrado, privada su hierba del pasado esplendoroso, el Malecón no debió de dejar dormir a Serra Ferrer. 'Claro que me preocupa el césped, por el riesgo de lesiones'. José Carrete, técnico de la Gimnástica. 'Se está magnificando el tema del campo, como si en el Norte jugáramos en mesas de billar'.
Las puertas repintadas de blanco y azul (los colores de la Gimnástica) del remozado Malecón se abrieron a las 19.15. Por ellas entró la primera riada humana, la más madrugadora. Querían ver de cerca a Rivaldo, Guardiola, Sergi, Dani, Reina... y tocar con sus manos al carismático Chili-Gol. Pero el delantero cántabro era ayer un hincha más. Culé reconocido, Chili dijo al ver desfilar a los azulgrana: '¡Míralos! Hasta huelen bien!'.
La afición llegó al Malecón y se topó con un paisaje desconocido. Dos gradas supletorias, plataformas para la televisión, los vestuarios adecentados para que los azulgrana no tuvieran que ducharse en el río, como Chili en sus comienzos. Y otra sorpresa más, una carpa para alojar a los 80 periodistas acreditados.
'La ciudad de Torrelavega saluda al pueblo de Barcelona', rezaba una pancarta bien conocida porque suele destinarse siempre a Santander, la capital y ciudad rival, que en Cantabria tiene fama de señorita frente a la más rural de Torrelavega. La noche más hermosa del fútbol local se abrió cuando los equipos empezaron los ejercicios de calentamiento. Diez mil personas corearon a la Gimnástica, aunque las peñas azulgrana dejaron huella sonora de su presencia. Unos 80 millones de pesetas irán a parar a las paupérrimas arcas del club y servirán para pagar los atrasos de tres meses a los jugadores. Ya no les dirán, como sucedió ante el Alavés y Las Palmas, 'gracias, muchachos, por vuestro esfuerzo'.
El partido dejó un guiño final. Quienes creen en la repetición de la historia encontraron un argumento ideal en el nombre del árbitro, Eduardo Iturralde, reencarnación en la vieja memoria gimnástica de aquel trencilla de triste recuerdo que provocó en 1941 las iras del público y dio lugar a una coplilla: 'Iturralde, Iturralde/ no te quiero ni de balde'.
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