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Reportaje:

El Valencia, de la A a la Z

El libro 'Todos los hombres del murciélago' reúne a los jugadores de la historia del club de Mestalla

'Cuando Ansola choca contra un poste, en lugar de los camilleros salen corriendo los carpinteros'. De esta manera definía el fotógrafo Finezas a Fernando Ansola, jugador del Valencia Club de Fútbol a finales de los años 60. Y así lo recoge Todos los hombres del murciélago, séptimo libro escrito por Joaquín Borrell (notario valenciano de 44 años) que reúne, por orden alfabético, a todos los jugadores que han disputado al menos un partido oficial con el club de Mestalla desde su fundación en 1919. Todos menos uno, ya que en su intensa labor recopilatoria un jugador ha escapado de la alineación. Se trata de Raúl Martínez, delantero del filial que disputó dos encuentros en 1996, confundido con Raúl Ibáñez.

Por lo demás, 519 jugadores, desde Abdón hasta Zurdi, pasando por Claramunt, Sócrates, Puchades, Wilkes o Sol. Un recorrido por la historia del Valencia que, según el autor, cubre un gran vacio: 'En España, sólo el Athletic y el Barcelona se toman en serio la historia', afirma Borrell, aficionado a las crónicas deportivas de los años 30 y 40. De ahí la idea. 'No soy futbolero. Desde el descenso a Segunda sólo he ido una vez al campo. Me gusta más el fútbol histórico que el actual', reconoce.

El libro, además, reúne muchas curiosidades. Luis Fernández, nacido en 1895, es el jugador más antiguo de la historia del Valencia, y el primero que se pasó del Levante al club de Mestalla (77 jugadores han vestido las dos camisetas: hoy existe una gran rivalidad). Marco, portero y jugador de pelota valenciana -le llamaban el xiquet de la punyà- fue el primer fichaje valencianista y el único jugador muerto en la guerra civil. El primer gol del Valencia en primera lo marcó en 1932 Juan Costa Font, y Eduardo Cubells fue el primer internacional, en los años 20.

El Valencia comenzaba esa década su singladura por el profesionalismo. El club se fundó el 17 de marzo de 1919, recuerda Borrell, en el bar Torino de la calle Barcelonina, cuando algunos ex jugadores del Español de Valencia se reunieron tras la muerte de Luis Bonora, fallecido a causa de una embolia, y fundaron un equipo de fútbol con el nombre de la ciudad. El Valencia crió fama de nuevo rico y pronto adelantó a Gimnástico y Levante en estimación popular.

En 1923, Mestalla acogió su primer partido oficial, un Valencia-Sporting que convocó a 25.000 personas (más de la mitad de la gente que acude hoy al estadio). Ya entonces los jugadores lucían en sus camisetas un murciélago, aunque existe cierta confusión sobre si en verdad era un rat penat o un dragón. El murciélago está en el escudo de otros equipos como Levante y Villarreal, pero el Valencia fue el primero que lo incorporó. Desde 1919, más de 500 jugadores lo han defendido con más o menos fortuna, siendo Ricardo Arias el futbolista que más encuentros ha disputado con el Valencia, un total de 501. 'Un jugador desgarbado, con melena de bárbaro de cómic y piernas como tijeras', lo retrata Borrell en su obra.

Junto a él, muchos compañeros han sido tildados con algún apodo: casos de Gorostiza, La bala roja; Vicente Ferré, Sento el bruto; Cayetano Menarques, El carnicero de Orihuela; Bernardino Pérez, Pasieguito; o Mario Kempes, El Matador.

Otros jugadores, como Amadeo, han pasado a la historia, por su valencianismo: éste interior derecho mandó parar el autobús en que viajaba el equipo para besar suelo valenciano de regreso de Madrid, donde el Valencia había ganado la Copa del Rey. Junto con Epi, Mundo, Asensi y Gorostiza, Amadeo formó la famosa delantera eléctrica de los años 40.

Borrell cuenta también cómo, en 1957, Eduardo Cubells, secretario técnico del Valencia, viajó a Brasil para tantear el mercado. Allí se fijó en un chaval de 16 años que se llamaba Pelé, aunque le frenó el temor de que la afición se lo tomase a broma, por la cancioncilla de Pelé, melé i el xiquet de la bengalé. Cubells acabó fichando a Walter Marciano.

El fútbol ha cambiado mucho desde entonces. A finales de los 70, los partidos del Valencia fuera de casa se retransmitían en el cine Coliseo, los martes por la tarde. Ahora, las televisiones digitales han hecho ricos a los clubes y a los jugadores, que acuden a los entrenamientos en coches espectaculares. 'Antes iban casi todos en el mismo coche', dice Borrell. También la estética ha cambiado: pocos futbolistas lucen hoy bigote, como antaño, y muchos menos llevan gorra, como Herrero, o boina, como Amador Peris.

Toda una historia, la del fútbol. Y toda otra historia, la de los hombres del murciélago.

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