Un cancionero malagueño actual
En un par de ocasiones hemos aludido en estas páginas a una reciente recopilación de literatura folclórica: Cancionero y romancero popular, (Aljaima, Málaga, 2000), de Juan Benítez. Justo es que le dediquemos hoy una atención especial (como haremos con otros libros de similares méritos), en reconocimiento a dos cualidades principales: el valor y la paciencia. Valor para entregarse a una tarea semejante, por puro amor, y paciencia para, año tras año, ir reuniendo lo que se busca y lo que sale al paso, pues bien sabido es por todo folclorista que no hay como echarse al camino para que el camino salga al encuentro.
Juan Benítez Sánchez es uno de esos abnegados catedráticos de instituto a los que la oficialidad no hace ni la décima parte del reconocimiento que merecen. En este caso por trasladar a las aulas, ésas tan conflictivas de hoy, su admirable vocación de buscador de tesoros. Y entre lo que sabe y lo que aprende del contacto vigoroso con la pedagogía de la realidad (decía Machado: 'Ayudadme a comprender esto que os estoy diciendo'), va juntando, como la hormiguita del cuento, su almacén de sabiduría popular. El método es bien sencillo, y ha de servir de ejemplo: sembrar en los surcos bien trazados del aula y enviar a los alumnos a cosechar por Antequera, Torrox, Tolox, Marbella, Ojén, Istán, Campillos, Nerja, etcétera; magenetófono en ristre y con claras y simples instrucciones de encuestador.
En realidad, este libro es continuación de otro del mismo autor publicado un año antes por la Diputación de Málaga: Cancionero y romancero de Belda (así es como gusta llamar Juan Benítez, por el nombre romano, a Cuevas de San Marcos, su lugar de nacimiento), en el que ya daba cuenta de un buen número de textos recopilados, grabados, a lo largo de más de 20 años.
Preciosos cantares, murgas, romances, canciones infantiles, nos iremos topando por uno y otro cancionero, repletos de sorpresas, como los aguilandos hexasílabos a los que aquí hicimos mención en las pasadas Navidades. Variantes de incalculable valor de Arroyo claro/ fuente serena/ donde mi pañuelito/ lavar quisiera./ Ahuí, ahuá, chacarrá, / chacarrá, chacarrá. De Retahílas del cura (El cura ya no va a misa,/ dice la niña: ¿por qué?/ Que no tiene pantalones/ Pantalones le daré). Mayos de Frigiliana: A cantar los mayos/ señores, venimos,/ y para cantarlos / licencia pedimos (...) Licencia mía tenéis, / de mi padre no lo sé. / Entraréis y os sentaréis,/ y yo se la pediré. Meceros y combas, suertes de echar: Pinto, pinto, gorgorito,/ de la vaca veinticinco/, la coneja, la bermeja,/ que dice mi abuela/ que me agarres una oreja,/ ¡pin, pon, fuera!
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