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Entrevista:SANTIAGO CAÑIZARES | PORTERO DEL VALENCIA | FÚTBOL | 17ª jornada de Liga

'A 170 pulsaciones por minuto no se pueden pedir las cosas por favor'

Los números cantan: Santiago Cañizares, de 31 años, es el portero menos goleado en la Liga -10 goles en 16 partidos- y en la Liga de Campeones -cuatro tantos en ocho encuentros-. Su temporada es inmaculada, engrandecida si cabe por la desafortunada noche de su rival en la meta valencianianista, Palop, el pasado miércoles en la Copa del Rey ante el Guadix. Cañizares habla sin tapujos de su ya dilatada y polémica trayectoria.

Pregunta. ¿Siempre quiso ser portero?

Respuesta. Siempre. En todo partido serio, me ponía de portero. Como jugador de campo era como todos los porteros: buena pegada de la pelota, basto control y regatear, no sabemos.

P. ¿Algún delantero al que le disguste enfrentarse?

R. Nunca me gustaron los habilidosos: Raúl, Laudrup...

P. ¿Cómo fue su infancia en su pueblo, Puertollano?

R. Un pueblo tranquilo. Iba a Salesianos y hacía mucho deporte. En mi casa había sensibilidad con el deporte. Mi padre es profesor y árbitro de yudo.

P. ¿Le ha servido en su carrera ser cinturón negro de yudo?

R. Muchísimo. Desde los seis años aprendes a valorar y estudiar a los rivales. A tener la humildad dentro del trabajo.

P. ¿Cómo llega al Madrid?

R. Con 16 años; jugaba en el Calvo Sotelo, me convocó la selección y se interesaron el Madrid y el Barça. Elijo el Madrid y me voy a vivir a un hostal. El entrenador de porteros era Miguel Ángel, mi ídolo. Después de cinco años, me fui cedido al Elche y al Mérida. El Elche entonces es un desastre: los jugadores no cobran y vivo una situación difícil. En el Mérida, que lo lleva Eduardo Caturla, todo va bien. Lo destituyen y coge el testigo Juan Gómez, que desgraciadamente se mata en un accidente de tráfico. Ese año gano los Juegos de Barcelona. Entonces me compra el Celta. En la primera campaña gano el Trofeo Zamora y el año siguiente perdemos la final de la Copa del Rey. El Madrid da marcha atrás y me compra. Allí estuve cuatro temporadas.

P. ¿Por qué no triunfó en el Madrid?

R. Eso se lo discuto. No tuve una continuidad, pero obtengo el objetivo: ganar la Copa de Europa. No juego todos los partidos, pero ¡casualidad!, el año que ganamos la Copa de Europa, juego la mitad de los partidos. Ese año acababa contrato, no me gustó la oferta del Madrid y eso desencadenó que me quitaran de titular.

P. ¿Cuáles son sus cualidades?

R. Que me gusta el fútbol. Y que pase lo que pase, sigo firme. A base de sufrir, supero las dificultades. Se sufre muchísimo en el fútbol. A cada momento. Pero también es una profesión grandísima. La gloria que vivimos tras ganar con el Valencia la Copa del Rey [en 1999] es muy difícil que en otra profesión la encuentres.

P. Usted tiene las piernas delgadas y los brazos largos, ¿en qué ha influido esta fisonomía?

R. El tener los brazos largos quiere decir que tienes envergadura, y eso es bueno. Y en cuanto a las piernas, es más importante la fuerza que tienes que el grosor.

P. ¿Por qué culpa a sus defensas cuando encaja un gol?

R. Eso es mentira. Yo no culpo a nadie. Lo que hago es corregir con la autoridad que al portero se le da y con el estado de ánimo que se tiene en ese momento. Es algo que todos hacemos.

P. Pero eso molesta a sus compañeros.

R. Cuando alguien me dice que tengo que corregir una posición, se lo agradezco. No tengo una buena relación con un jugador [en alusión al defensa Djukic], pero sí con el resto.

P. ¿Entendería que sus compañeros le recriminaran las cantadas?

R. No entiende lo que le digo. He tenido broncas con todos, pero tengo una gran relación. A 170 pulsaciones por minuto no se pueden pedir las cosas por favor. Ni yo lo he inventado ni soy el único portero que lo hace.

P. ¿Es autocrítico?

R. Sí, pero en público no.

P. ¿Va a reprimir esta manera de corregir?

R. Es mi manera de jugar y nunca nadie me ha llamado la atención.

P. ¿Qué es lo mejor y lo peor de su profesión?

R. Lo mejor es ganar títulos, dinero, amigos. Y lo peor es compartir estos momentos tan profesionales con gente que no lo es [en alusión al entrevistador].

P. ¿Cuándo debutó con la selección?

R. En noviembre de 1993 ante Dinamarca, cuando expulsan a Zubizarreta. He sido 26 veces internacional y salvo dos partidos que he perdido, todos los momentos fueron extraordinarios.

P. ¿Es cierto que azuzó la campaña contra Zubizarreta en el Mundial de Estados Unidos?

R. Zubizarreta es mi amigo y yo entonces, con 24 años y sólo dos años en Primera, bastante contento estaba con que Clemente me llevara.

P. En la pasada Eurocopa, la mitad de los tiros que le hicieron entre los tres palos fueron goles. ¿Entiende por qué Camacho no le ha vuelto a llamar?

R. Desconocía estas estadísticas, pero estoy dispuesto a hablar de estadísticas. No sólo de la selección. Veo que tiene habilidad para buscar estadísticas y ha sabido rebuscar.

P. ¿Por qué a la selección española le entra el canguelo en las grandes citas?

R. El jugador no llega en las mejores condiciones y no recibe el apoyo de la prensa y del ambiente que le rodea. ¿Qué canguelo vamos a tener? Nos vamos a casa y seguimos con una vida privilegiada y estando en la élite.

P. ¿Es el mismo miedo que tuvo el Valencia en la final de la Liga de Campeones de París?

R. No. No fuimos suficientemente humildes. Fuimos con la Copa ganada.

P. ¿Disfruta de este momento histórico que vive el Valencia?

R. Ésta es la estadística que a mí me gustaría que sacara.

P. Cuando estuvo lesionado en el pasado curso, no paró de hacerse de notar: que si se teñía el pelo, que si aparecía en El Larguero, que si su representante decía que la situación era insostenible... ¿fue inconsciente o una campaña para desgastar a Palop?

R. Me teñí el pelo porque me dio la gana; suelo ser generoso con la prensa cuando me llama; y el señor Toldrá [su representante] dijo que dos porteros buenos no podían estar en el mismo equipo. En cuanto a que me hice de notar, eso es lo que queréis decir muchas veces.

P. Lo del cuello de la camiseta alzado, ¿se lo copió a Cantona?

R. No se lo copié a nadie. Lo hice el año pasado y este año no.

P. ¿El portero tiene que ser intimidatorio?

R. No viene mal. Me gustaría serlo más.

P. Se ha convertido en el jugador del Valencia más antipático para las aficiones rivales, y precisamente en los campos más hostiles es donde mejor juega. ¿Le gustan este tipo de ambientes?

R. Sí, no se me trata bien en muchos campos de España, pero nunca he provocado un ambiente hostil.

P. ¿Tiene mal genio?

R. Sí.

P. ¿Qué hace cuando se pone nervioso?

R. Furia [resopla]. Me enfurezco. Es muy difícil controlarse. Pero uno sabe, cuando se pone nervioso, hasta dónde puede llegar.

P. ¿Quién le ha hecho daño a lo largo de su carrera?

R. Muchísima gente. Algunos sin querer; otros queriendo, premeditadamente y con alevosía. Las heridas están cicatrizadas.

P. ¿Su peor entrenador?

R. Uno del Elche [se refiere al argentino Gustavo Silva].

P. ¿Es cierto el tópico de la locura de los porteros?

R. No sé si locura, pero una personalidad extraña tenemos seguro. No hay portero con personalidad tímida y que pase inadvertido. Somos gente de grandes defectos y grandes virtudes.

P. ¿Qué lee?

R. Las biografías de gente célebre que llega lejos en la vida y que no lo tiene fácil.

R. ¿Qué le emociona?

R. Mi trabajo: ganar y perder. Y me hace llorar.

P. ¿Su personaje favorito de dibujos animados?

R. Zipi y Zape.

P. ¿Y su primer coche?

R. Un Seat 127 que heredé de mi abuelo Felipe, que en paz descanse. Fue una persona trascendental en mi vida. Me instruyó en la caza, en la lucha en el campo contra un animal, y en la independencia.Los números cantan: Santiago Cañizares, de 31 años, es el portero menos goleado en la Liga -10 goles en 16 partidos- y en la Liga de Campeones -cuatro tantos en ocho encuentros-. Su temporada es inmaculada, engrandecida si cabe por la desafortunada noche de su rival en la meta valencianianista, Palop, el pasado miércoles en la Copa del Rey ante el Guadix. Cañizares habla sin tapujos de su ya dilatada y polémica trayectoria.

Pregunta. ¿Siempre quiso ser portero?

Respuesta. Siempre. En todo partido serio, me ponía de portero. Como jugador de campo era como todos los porteros: buena pegada de la pelota, basto control y regatear, no sabemos.

P. ¿Algún delantero al que le disguste enfrentarse?

R. Nunca me gustaron los habilidosos: Raúl, Laudrup...

P. ¿Cómo fue su infancia en su pueblo, Puertollano?

R. Un pueblo tranquilo. Iba a Salesianos y hacía mucho deporte. En mi casa había sensibilidad con el deporte. Mi padre es profesor y árbitro de yudo.

P. ¿Le ha servido en su carrera ser cinturón negro de yudo?

R. Muchísimo. Desde los seis años aprendes a valorar y estudiar a los rivales. A tener la humildad dentro del trabajo.

P. ¿Cómo llega al Madrid?

R. Con 16 años; jugaba en el Calvo Sotelo, me convocó la selección y se interesaron el Madrid y el Barça. Elijo el Madrid y me voy a vivir a un hostal. El entrenador de porteros era Miguel Ángel, mi ídolo. Después de cinco años, me fui cedido al Elche y al Mérida. El Elche entonces es un desastre: los jugadores no cobran y vivo una situación difícil. En el Mérida, que lo lleva Eduardo Caturla, todo va bien. Lo destituyen y coge el testigo Juan Gómez, que desgraciadamente se mata en un accidente de tráfico. Ese año gano los Juegos de Barcelona. Entonces me compra el Celta. En la primera campaña gano el Trofeo Zamora y el año siguiente perdemos la final de la Copa del Rey. El Madrid da marcha atrás y me compra. Allí estuve cuatro temporadas.

P. ¿Por qué no triunfó en el Madrid?

R. Eso se lo discuto. No tuve una continuidad, pero obtengo el objetivo: ganar la Copa de Europa. No juego todos los partidos, pero ¡casualidad!, el año que ganamos la Copa de Europa, juego la mitad de los partidos. Ese año acababa contrato, no me gustó la oferta del Madrid y eso desencadenó que me quitaran de titular.

P. ¿Cuáles son sus cualidades?

R. Que me gusta el fútbol. Y que pase lo que pase, sigo firme. A base de sufrir, supero las dificultades. Se sufre muchísimo en el fútbol. A cada momento. Pero también es una profesión grandísima. La gloria que vivimos tras ganar con el Valencia la Copa del Rey [en 1999] es muy difícil que en otra profesión la encuentres.

P. Usted tiene las piernas delgadas y los brazos largos, ¿en qué ha influido esta fisonomía?

R. El tener los brazos largos quiere decir que tienes envergadura, y eso es bueno. Y en cuanto a las piernas, es más importante la fuerza que tienes que el grosor.

P. ¿Por qué culpa a sus defensas cuando encaja un gol?

R. Eso es mentira. Yo no culpo a nadie. Lo que hago es corregir con la autoridad que al portero se le da y con el estado de ánimo que se tiene en ese momento. Es algo que todos hacemos.

P. Pero eso molesta a sus compañeros.

R. Cuando alguien me dice que tengo que corregir una posición, se lo agradezco. No tengo una buena relación con un jugador [en alusión al defensa Djukic], pero sí con el resto.

P. ¿Entendería que sus compañeros le recriminaran las cantadas?

R. No entiende lo que le digo. He tenido broncas con todos, pero tengo una gran relación. A 170 pulsaciones por minuto no se pueden pedir las cosas por favor. Ni yo lo he inventado ni soy el único portero que lo hace.

P. ¿Es autocrítico?

R. Sí, pero en público no.

P. ¿Va a reprimir esta manera de corregir?

R. Es mi manera de jugar y nunca nadie me ha llamado la atención.

P. ¿Qué es lo mejor y lo peor de su profesión?

R. Lo mejor es ganar títulos, dinero, amigos. Y lo peor es compartir estos momentos tan profesionales con gente que no lo es [en alusión al entrevistador].

P. ¿Cuándo debutó con la selección?

R. En noviembre de 1993 ante Dinamarca, cuando expulsan a Zubizarreta. He sido 26 veces internacional y salvo dos partidos que he perdido, todos los momentos fueron extraordinarios.

P. ¿Es cierto que azuzó la campaña contra Zubizarreta en el Mundial de Estados Unidos?

R. Zubizarreta es mi amigo y yo entonces, con 24 años y sólo dos años en Primera, bastante contento estaba con que Clemente me llevara.

P. En la pasada Eurocopa, la mitad de los tiros que le hicieron entre los tres palos fueron goles. ¿Entiende por qué Camacho no le ha vuelto a llamar?

R. Desconocía estas estadísticas, pero estoy dispuesto a hablar de estadísticas. No sólo de la selección. Veo que tiene habilidad para buscar estadísticas y ha sabido rebuscar.

P. ¿Por qué a la selección española le entra el canguelo en las grandes citas?

R. El jugador no llega en las mejores condiciones y no recibe el apoyo de la prensa y del ambiente que le rodea. ¿Qué canguelo vamos a tener? Nos vamos a casa y seguimos con una vida privilegiada y estando en la élite.

P. ¿Es el mismo miedo que tuvo el Valencia en la final de la Liga de Campeones de París?

R. No. No fuimos suficientemente humildes. Fuimos con la Copa ganada.

P. ¿Disfruta de este momento histórico que vive el Valencia?

R. Ésta es la estadística que a mí me gustaría que sacara.

P. Cuando estuvo lesionado en el pasado curso, no paró de hacerse de notar: que si se teñía el pelo, que si aparecía en El Larguero, que si su representante decía que la situación era insostenible... ¿fue inconsciente o una campaña para desgastar a Palop?

R. Me teñí el pelo porque me dio la gana; suelo ser generoso con la prensa cuando me llama; y el señor Toldrá [su representante] dijo que dos porteros buenos no podían estar en el mismo equipo. En cuanto a que me hice de notar, eso es lo que queréis decir muchas veces.

P. Lo del cuello de la camiseta alzado, ¿se lo copió a Cantona?

R. No se lo copié a nadie. Lo hice el año pasado y este año no.

P. ¿El portero tiene que ser intimidatorio?

R. No viene mal. Me gustaría serlo más.

P. Se ha convertido en el jugador del Valencia más antipático para las aficiones rivales, y precisamente en los campos más hostiles es donde mejor juega. ¿Le gustan este tipo de ambientes?

R. Sí, no se me trata bien en muchos campos de España, pero nunca he provocado un ambiente hostil.

P. ¿Tiene mal genio?

R. Sí.

P. ¿Qué hace cuando se pone nervioso?

R. Furia [resopla]. Me enfurezco. Es muy difícil controlarse. Pero uno sabe, cuando se pone nervioso, hasta dónde puede llegar.

P. ¿Quién le ha hecho daño a lo largo de su carrera?

R. Muchísima gente. Algunos sin querer; otros queriendo, premeditadamente y con alevosía. Las heridas están cicatrizadas.

P. ¿Su peor entrenador?

R. Uno del Elche [se refiere al argentino Gustavo Silva].

P. ¿Es cierto el tópico de la locura de los porteros?

R. No sé si locura, pero una personalidad extraña tenemos seguro. No hay portero con personalidad tímida y que pase inadvertido. Somos gente de grandes defectos y grandes virtudes.

P. ¿Qué lee?

R. Las biografías de gente célebre que llega lejos en la vida y que no lo tiene fácil.

R. ¿Qué le emociona?

R. Mi trabajo: ganar y perder. Y me hace llorar.

P. ¿Su personaje favorito de dibujos animados?

R. Zipi y Zape.

P. ¿Y su primer coche?

R. Un Seat 127 que heredé de mi abuelo Felipe, que en paz descanse. Fue una persona trascendental en mi vida. Me instruyó en la caza, en la lucha en el campo contra un animal, y en la independencia.

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