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Es un anuncio de turrones que se está emitiendo actualmente por televisión, en ocasiones incluso con el "cómo se hizo" previo. Una señora con abrigo de pieles acaba de hacer sus compras navideñas, las cuales traslada del carro al coche. Pero, ¡ah!, un descuido: la pasta del turrón publicitado se le olvida y la señora se va. Suena la alarma en el reino de Papá Noel, quien, a lo Indiana Jones, se monta en el trineo y sale zumbando a deshacer el entuerto, dándole tiempo al hombre hasta de medio ligar con una conductora de edad. Mientras tanto, un vendedorcillo de periódicos, anacrónico y enternecedor,se percata de que hay una tableta de turrón abandonada en un carro de supermercado. Una tableta que, además, levita iluminada, y en los ojos, al niño se le ve que está lampándose por ella; a mí que no me digan. Porque es pobre, el pobre niño vendedorcillo de prensa. Entonces, Papá Noel pasa zumbando con su trineo y se la arrebata de la mirada, persigue el coche de la señorona del abrigo y, justo cuando ésta llega a su pedazo de casa en (por lo menos) La Moraleja, el bueno de Santa logra introducirle en la bolsa lo que se había olvidado: el turrón. Los nenes de la señorona, abrigaditos de calefacción y comodidades mil, abrazan a su madre y dicen que ella nunca falla porque les trae su turrón favorito. Pero nadie se acuerda del pobre vendedorcillo de periódicos; a las cerilleras del cuento, huérfanas y ateridas de frío, en estos tiempos mejor les damos dos duros, ¿no?- Jesús Tíscar Jandra. Jaén.