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Los desplazados por Zapatero se quejan de estar infrautilizados

La nueva ejecutiva del PSOE recuerda que los ahora caídos actuaron igual con sus antecesores

Anabel Díez

Desde sus escaños en las últimas filas del Congreso, los anteriores dirigentes del PSOE contemplan, con "sana envidia" y un poso amargo, reconocen, la manera de dirigir la oposición y el partido del equipo del "cambio tranquilo", a cuyo triunfo no contribuyó ninguno de los desplazados, que en su mayoría apostaron por otros candidatos. Cinco meses después del congreso de su partido, se resisten a admitir que su vida política está definitivamente truncada.

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A los nuevos dirigentes les piden no ser condenados al ostracismo y que cuenten con ellos, en un plano discreto, sin protagonismo, para ayudar a que esta etapa se salde con éxito.La nueva cúpula de poder procura tener gestos de reconocimiento, pero reconoce, sin embargo, que su deseo de "mostrar que el cambio ha llegado" ha podido herir la sensibilidad de quienes hasta hace unos meses fueron sus jefes. También recuerdan que los ahora caídos desplazaron a otros con poco miramiento.

No todos los casos son iguales y no todos los miembros de la anterior ejecutiva federal, todos diputados, y en la cincuentena, que dejaron el barco en la noche del 12 de marzo, nada más conocer el batacazo electoral y para seguir el ejemplo de su secretario general y candidato a la presidencia, Joaquín Almunia, han aceptado de igual forma su suerte. Algunos consideran que ese equipo, que se hizo con el poder con la bandera de la renovación y dando un golpe muy duro al guerrismo, pagó todos los platos que venían rompiéndose en el PSOE desde los primeros años noventa.

Joaquín Almunia "está bien", dicen sus amigos que con frecuencia le escuchan comentarios positivos sobre la acción de su sucesor, José Luis Rodríguez Zapatero. El ex secretario general es presidente de la Comisión de Presupuestos del Congreso y terminará en breve un libro con sus reflexiones personales sobre los últimos veinte años de su vida política; lee mucho, escucha música y piensa en la creación de una fundación para el debate y la investigación política. La nueva dirección ha reservado para Joaquín Almunia unas dependencias en las cercanías del Congreso como signo de deferencia y respeto a quien fue su anterior secretario general. También el ex presidente del Gobierno Felipe González tiene despacho parlamentario con unos pocos metros más que el resto de diputados socialistas.

Aunque "muchos más" merecerían ser objeto de respeto y deferencia según la nueva ejecutiva, no es posible. La falta de medios es una de las razones, aunque la principal es la simple y llana evidencia de que los puestos de máxima confianza política han ido a parar a los parlamentarios cercanos al equipo de Rodríguez Zapatero. Pero en aras de llevar adelante la máxima del "cambio" de que deben disolverse las familias y los sectores, se considera que los ex dirigentes Joaquín Almunia, Juan Manuel Eguiagaray, José Borrell, Ramón Jáuregui, Joaquín Leguina, Alfredo Pérez Rubalcaba, Ciprià Ciscar o Luis Martínez Noval no pueden recibir maltrato aunque sí asumir que "ahora mandan otros". "Sólo con recordar con nombres y apellidos a los que ellos desplazaron cuando se hicieron con el poder sería suficiente para que aceptaran con naturalidad su situación", señala un miembro de la actual dirección.

Claro que reconocen la situación. El problema está en que pasadas varias semanas empezaron a desazonarse ante la evidencia de que su partido no estuviera interesado en aprovecharles. Casi todos quieren colaborar tal y como proclama Ramón Jáuregui, ex responsable de política autonómica y ahora portavoz en el Congreso de Política Social y Empleo.

"La nueva dirección debe aprovechar la experiencia de unas personas que todavía estamos en edad de rendir intensamente y, desde nuestra lealtad, esperamos que no se nos arroje al ostracismo y se nos etiquete, sino que nos aprovechen". Esto pide Jáuregui no a título personal, sino pensando en algunos de sus compañeros caídos. "Yo me siento útil en la labor que realizo y a disposición de los miembros de la ejecutiva; el protagonismo es de ellos, y la toma de decisiones, también, pero nosotros podemos contribuir a su trabajo", señala Jáuregui. A este respecto, Jordi Sevilla, responsable de Economía del PSOE, afirma que "es un lujo" contar con el político vasco.

"El gesto" de los que hoy tienen el poder en el PSOE se concretó en un primer momento en preguntar a los miembros de la ejecutiva caída que son diputados a qué se querían dedicar. "Algo discreto" fue la respuesta tímida y casi generalizada. Tal vez no se esperaban que los del "cambio tranquilo" iban a tomarles la palabra. En la dirección del grupo parlamentario se decidió que algunos de ellos podían ir a puestos institucionales.

Almunia preside la Comisión de Presupuestos; José Borrell -en muy buena sintonía con Zapatero durante su camino hacia la secretaría general-, la Comisión Mixta para la Unión Europea; Narcís Serra, la de Administraciones Públicas. El resto, a vicepresidencias: Ciprià Ciscar, ex responsable de organización, en la Comisión del Defensor del Pueblo, y Juan Manuel Eguiagaray, en Economía.

Muy pocos son portavoces, es decir, responsables de marcar la posición del PSOE en un área concreta, a excepción de Jáuregui y Alfredo Pérez Rubalcaba, en Ciencia y Tecnología. El caso de Rubalcaba es "singular e irrepetible", como dicen tanto los nuevos como los anteriores ejecutivos, ya que el anterior responsable de Comunicación del PSOE apoyó al candidato José Bono para la secretaría general, pero Zapatero le ha mantenido a su lado para los asuntos relacionado con el terrorismo. Otro grupo de ex dirigentes son portavoces adjuntos, como es el caso de Joaquín Leguina, en Cultura, después de haber sido el responsable federal de esa área en el PSOE.

"Desde el punto de vista personal no estoy en expectativa de destino, sino cambiando mi rumbo; voy a dar clase próximamente en una Universidad y tengo un libro en marcha, así que problemas de aburrimiento no tengo", declara Leguina. A continuación expresa la parte que le preocupa: "El problema del PSOE ha sido, es y será la utilización de los recursos humanos, y está demostrado que una organización sólo sobrevive si no se despilfarran esos recursos, y creo que en mi partido, como en todos, se da este problema".

De todos los miembros de la anterior ejecutiva consultados, el secretario de organización, Ciprià Ciscar, es quien difiere ligeramente sobre la pertinencia de que los nuevos no desperdicien su experiencia. "La experiencia, en mi caso, ha sido extraordinaria y gratificante, sobre todo por haber trabajado primero con Felipe González y después con Joaquín Almunia; pero la experiencia es un valor para uno mismo y no debe ser un pretexto para querer estar siempre, ya que hay que dejar a otros que también la adquieran", explica Ciscar.

El ex secretario de organización expresa sentimientos de "agradecimiento" al partido, pero también de "liberación" al no tener ahora responsabilidades directas después de años durísimos caracterizados por el sobresalto permanente.

La coincidencia en la reflexión no va aparejada a la formación de un grupo de ex cargos socialistas. "Nunca fuimos una secta, aunque había amistades personales claras entre Joaquín Almunia, Eguiagaray y Ramón Jáuregui", describe otro de los salientes. Nunca se han vuelto a reunir desde que una semana después de su dimisión colectiva, impulsada por Almunia una vez que éste anunció la suya, celebraron un almuerzo en el que regalaron a su ex secretario general un ordenador portátil.

"Almunia no quiso hacer un discurso a pesar de que se lo pedimos", recuerda un asistente al almuerzo que sólo tiene palabras de elogio hacia el que fue candidato del PSOE, algo generalizado. "Almunia es el gran renovador del PSOE y hasta su último gesto, la dimisión cuando todavía no se había terminado el recuento de los votos y sin esperar a entregar el testigo a su sucesor en un congreso, que en su momento no se entendió, ha dado paso a que las cosas fueran como han sido", aventura Ramón Jáuregui.

De la anterior ejecutiva, el que mejor parado ha salido, comentan con ironía algunos socialistas, es José Luis Rodríguez Zapatero. Pero no fue el único. También se han salvado Manuel Chaves, que pasó de vocal a presidente del partido, así como Consuelo Rumí, que no tenía área y ha pasado a Inmigración, y Micaela Navarro, que es la excepción al mantener la cartera de la Mujer. De los que se mantienen sólo consta que Rumí apoyó públicamente a Zapatero para la secretaría general del PSOE.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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