Por favor, que vuelva 'Por Favor' RAMÓN DE ESPAÑA
Dudo mucho de que contra Franco viviéramos mejor, pero tengo la impresión de que sí reíamos mejor. A esa conclusión puede llegar cualquiera que lea el libro que la editorial Crítica acaba de publicar sobre la revista Por Favor, aquel estupendo invento de Jaume Perich, Juan Marsé, Manuel Vázquez Montalbán y demás rojos de la época que alegró la vida de muchos españoles durante los últimos años del franquismo. Cíclicamente, alguien comenta la necesidad de reflotar Por Favor, y hoy me toca a mí. Tal vez porque, aunque no llegué a meter la zarpa en el original a causa de mi corta edad, sí participé modestamente en los dos intentos que hubo de reactivar la publicación. El primero, durante el cambio de década de 1970-1980, si no recuerdo mal, y contó como inspiradores a Josep Ramoneda y José Martí Gómez. En esa época yo acababa de presentar mi dimisión como redactor de El Periódico porque mi jefe más inmediato pretendía obligarme a entrevistar a no sé qué momia musical de la década de 1960 y me sentía el hombre más feliz del mundo por ejercer de columnista en ese nuevo Por Favor que se inspiraba, física y conceptualmente, en Rolling Stone. Entonces Ramoneda ya parecía un intelectual francés que hubiese compartido barricada con Daniel Cohn-Bendit, y Martí Gómez perfeccionaba su imagen de funcionario del Foreign Office que vende secretos a los rusos. Su Por Favor, del que nadie habla nunca, estaba muy bien. Pero en cosa de dos meses se había ido al garete. Unos años después, mi inefable amigo José María Vallés, humorista delirante que, de haber vivido en el siglo XIX habría acabado convertido en un personaje de las memorias de Cansinos Assens, intentó volver a la carga con Por Favor. Ya había estado en la primera época, imprimiendo una profunda huella en la redacción (según me contó Perich, había dejado embarazada a una secretaria, pero no hay pruebas concluyentes al respecto). Fiel a su ritmo desquiciado, Vallés se tiró casi dos años para fabricar un almanaque Por Favor que, en teoría, debería ser el número cero de una nueva etapa de la revista. Como colaborador y ávido lector de ese almanaque, puedo asegurarles que era una joya y que las aportaciones de Vallés eran gloriosas, pero lo cierto es que tuvo unas ventas penosas y Por Favor vivió su tercer hundimiento.¿Merece la pena un cuarto intento? Yo creo que sí. Hoy día, en España, solo tenemos una revista de humor digna de tal nombre, El Jueves, un agradable disparate donde puedo soltar las burradas que no se me permiten en la prensa seria. Los semanarios llamados de información general son objetos redundantes que nada añaden a lo que ya nos cuentan los diarios: no sé ustedes, pero yo sólo me compro alguno de ellos cuando regalan un DVD que me interesa o cuando el culo de la señorita de la portada me resulta especialmente enternecedor.
No tenemos esas estupendas publicaciones mensuales de las que disfrutan los norteamericanos, como Esquire, Vanity Fair o Talk (ni, ya puestos, semanarios como Time o The New Yorker). Y cuando intentamos hacer la versión española de Rolling Stone nos sale la revista de Los 40 principales. Una revista que mezclara humor e información, como hace la citada The New Yorker, sería muy de agradecer. Es lo que hacía Por Favor, publicación que unía a escritores y dibujantes que compartían un sentido del humor y unas ideas políticas.De acuerdo, hoy ya no tenemos un Franco al que detestar, pero la lista de personajes de los que reírse no tengo la impresión de que sea más corta ahora que en los buenos viejos tiempos. Y una actitud combativa es tan necesaria ahora como entonces: a fin de cuentas, si antes había censura, ahora hay autocensura y cada día hay más temas acerca de los que nunca se puede decir nada porque no conviene, porque no es el momento adecuado o porque se supone que le hacemos el juego a vaya usted a saber quién.
Como lector, yo compraría una revista que me hiciera pensar y me hiciera reír. Y la mayoría de las revistas que se editan actualmente en España no consiguen ni una cosa ni otra. En este sentido, el regreso de Por Favor no debería basarse en la nostalgia sino en la necesidad de introducir en nuestra sociedad un poco de color, de inconformismo y de ganas de tocar las narices: una serie de conceptos que algunos echamos de menos en la prensa española.
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