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El 'cerebro' del secuestro de la farmacéutica de Aranjuez quería pagar deudas de juego

El cabecilla del secuestro de la farmacéutica de Aranjuez, Rafael G. A., confesó ayer ante el tribunal que él ideó la trama y que lo hizo porque necesitaba dinero para saldar las acuciantes y millonarias deudas que mantenía con varios casinos españoles. Rafael, que se declaró un ludópata, admitió que exigió 100 millones de pesetas al marido de la farmacéutica Florencia Jerez por liberarla, pero negó haberla maltratado durante los cuatro días que duró la retención.

El juicio contra Rafael y sus dos compinches en el secuestro -Rachid K. y Juan G. P.- se inició ayer en la Audiencia de Madrid. Florencia fue secuestrada el 30 de noviembre de 1998 en el garaje de su casa de Aranjuez y después fue trasladada en coche hasta Valencia, donde estuvo amordazada y atada en una cama, dentro de un piso de la calle de Ramón Llull (en El Perelló). Los secuestradores telefonearon al marido de Florencia y le advirtieron de que si no pagaba le enviarían por correo varios dedos de su esposa. Rafael y Rachid fueron detenidos el 4 de diciembre de Madrid cuando intentaban cobrar 15 de los 100 millones del rescate exigidos. La colaboración de Rachid permitió a los agentes de los GEO desplazarse a Valencia y liberar a Florencia.

El fiscal pide ocho años de cárcel para Rafael y Rachid y siete para Juan, la persona que supuestamente puso un cuchillo en el cuello a la farmacéutica en el garaje de Aranjuez y la introdujo en el coche que la trasladó a Valencia. Juan negó ayer toda implicación en el secuestro. Rachid, en cambio, la admitió, al igual que Rafael, el jefe de la trama. Rachid explicó que la idea inicial era secuestrar a la hija de la farmacéutica, pero que Rafael se decantó finalmente por la madre, ante la imposibilidad de capturar a la chica.

Rafael declaró que conocía al esposo de la farmacéutica, José Antonio A. E., porque éste le había alquilado un piso. Y que con el tiempo se hicieron amigos, hasta el punto de que llegaron a planear construir juntos una granja para avestruces. El acusado aseguró que, durante un tiempo, José Antonio le hizo entregas periódicas de dinero -en total 60 millones- y que planeó el secuestro cuando José Antonio cortó las entregas monetarias.

La secuestrada señaló a Rafael como "el jefe de la banda" y afirmó que durante el trayecto a Valencia los secuestradores le pusieron unos auriculares con música para que no oyera lo que decían. También indicó que temió por su vida cuando éstos le dijeron que su marido se negaba a pagar y que había avisado a la policía.

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