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Mas impone un férreo control en CDC para garantizarse la sucesión

El secretario general de CDC se ha rodeado de soberanistas

Menos de tres semanas le han bastado a Artur Mas para imprimir su huella personal a la secretaría general de Convergència Democràtica (CDC). Tras el congreso de noviembre, en el que consiguió desarmar a las distintas familias del partido incluyéndolas en la ejecutiva, Mas ha impuesto un férreo control interno en CDC para que nada ni nadie chirríe, con vistas a asegurarse con garantías la sucesión de Jordi Pujol. La composición del secretariado permanente, verdadero núcleo duro dirigente y cuya designación corresponde a Mas, y el primer consejo nacional de enero servirán para calibrar hasta qué punto el delfín nadará a sus anchas o a remolque del ala más soberanista de CDC y bajo la sombra de Pujol.Las distintas intervenciones de Mas ante el partido, en el congreso y en la primera ejecutiva del 27 de noviembre, son significativas de este nuevo estilo implacable. En su discurso de clausura del 12 de noviembre, Mas reclamó a las bases más unidad -"todos debemos tirar de la misma cuerda", afirmó- después de haber mitigado cualquier atisbo de rebelión interna congresual. Incluyó a Josep López de Lerma y a Maria Eugènia Cuenca, representantes del ala nacionalista más moderada, entre los 10 nombres de designación propia para la ejecutiva, pese a ser consciente de que alguno de ellos -como sucedió con Cuenca- obtendría un severo voto de castigo de los delegados. Días más tarde, en la reunión de la ejecutiva, no tuvo reparos en advertir que si fue capaz de modificar esta lista por una filtración a la prensa, no le dolerían prendas en tomar decisiones más drástricas. Y avisó que sería inflexible en castigar cualquier filtración a la prensa sobre los debates internos.

Mas aspira a independizarse de Pujol, como Zapatero de González

No sólo han sido palabras. Esta semana no le ha temblado el pulso para poner firme a Joaquim Molins, concejal de Barcelona, y frenar sus deseos de presidir la federación de CDC de la ciudad. Mas ya tiene su propio candidato, Joaquim Forn, actual vicepresidente del partido en Barcelona, y será éste quien resulte elegido pese a los amagos de Molins de dimitir. Molins, que ha renunciado a presentarse a las elecciones municipales de 2003, es el último baluarte del sector roquista con un cargo relevante.Nadie en CDC duda que Artur Mas está por la renovación y dispuesto a hacerse valer. De momento, modificará el organigrama interno del partido para armonizarlo con el del Gobierno catalán. Dividirá la estructura de Convergència en seis grandes áreas y designará a un coordinador para cada una. "Quizá lo que más se ha notado en estas semanas es su voluntad de que los discursos del partido y del Gobierno no desentonen", afirma un miembro de la ejecutiva. Otro abunda en esa idea: "Pere Esteve sólo se dedicaba al partido y a veces los mensajes eran divergentes, como ocurrió con la Declaración de Barcelona".

Entre los primeros nombramientos que ha realizado figuran los de Jordi Moltó, alcalde de Sallent, y Joan Puigdollers, concejal de Barcelona, para dirigir la política municipal y territorial. Y ha colocado a un veterano del partido y empresario jubilado, Daniel Osacar, de la agrupación de Sarrià-Sant Gervasi, como su secretario personal en la sede de CDC. Tres personas que no despiertan suspicacias.

Pero todavía quedan por nombrar ocho miembros de la ejecutiva. Además, en el consejo nacional del 21 de enero Artur Mas deberá dar la composición del secretariado permanente, al que se conoce como el pinyol de CDC. Será entonces cuando enseñe sus cartas y los ases de la manga, si es que esconde alguno.

A pesar de sus indudables esfuerzos por agrupar a las distintas familias que habitan en CDC, Mas representa el ala más soberanista, la dominante en la actualidad y la que tiene las riendas del partido. Y todos los asesores de Artur Mas pertenecen a este sector. Entre ellos su infatigable jefe de gabinete, David Madí; su colaborador en el Departamento de Economía, Antoni Vives, y el quinto hijo del presidente de la Generalitat, Oriol Pujol Ferrusola, a quien ha ratificado como miembro de la ejecutiva en su condición de responsable del área sectorial. Ellos forman el núcleo de confianza.

"Creíamos que pondría orden en el partido, pero no ha sido así. Ha demostrado que carece de autonomía, no ha plantado cara y sólo hace lo que otros le dictan", dice un destacado militante para evidenciar la influencia que los soberanistas tienen sobre Mas. Un miembro de la ejecutiva corrige: "Ya no quedan representantes del roquismo en este partido, aparte de Molins, y ya vemos lo que está sucediendo".

La mayor duda es si Mas será capaz de campar a sus anchas. "Yo creo que actuará como Xavier Trias cuando le nombraron consejero de Presidencia. Al principio consultaba todo a Pujol, pero poco a poco fue tomando decisiones propias", manifiesta un miembro de la ejecutiva. El secretario general ha consultado con el presidente catalán todos y cada uno de los nombramientos, y con seguridad lo hará en los próximos meses, pero Mas está decidido a irse apartando de Pujol sin renunciar a su legado. El secretario general comentó un día a sus allegados: "Zapatero se ha presentado como heredero del felipismo, pero ha empezado a mandar por él mismo", en referencia al nuevo secretario general del PSOE.

Mas está dispuesto a aprovechar todo lo bueno de Pujol, pero también a no cometer los mismos errores. Por este motivo, ya ha afirmado entre bastidores que si algún día llega a la presidencia de la Generalitat se impondrá una limitación de cargos: tres legislaturas.

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