_
_
_
_

Género "sin atractivo alguno".

Soledad Gallego-Díaz

Graham Greene fue un escritor británico tan europeo que decidió hacerse católico, abandonar Londres, instalar su domicilio en Niza y emborracharse sólo con reserva de Marqués de Murrieta. Creía que se puede luchar contra los listos, los guapos y los triunfadores, pero no contra los que no tienen ningún atractivo. Con los listos, guapos o triunfadores siempre se puede esperar, en el último minuto, una sorpresa, un giro repentino que dé sentido a la pelea y que encuentre una salida a la situación. Con los que no tienen ningún atractivo no está justificada la esperanza, porque suelen enrocarse y reaccionar como una pared.Lamentablemente, los líderes europeos que se van a reunir esta semana en la amada ciudad adoptiva de Greene parecen pertenecer al género "sin atractivo alguno". Quizá la excepción sea Tony Blair, y la paradoja es que el menos europeísta de todos los líderes europeos se puede convertir en el protagonista de la reunión y en el artífice de la negociación. Lo que no parece razonable es esperar que utilice su atractivo para lograr que la cumbre de Niza marque un hito en la profundización de los mecanismos europeos.

El que los otros líderes no tengan atractivo no significa necesariamente que sean malos gobernantes. Es posible que sean incluso estupendos para solucionar determinados problemas. Pero no parece que se pueda contar con ellos en situaciones difíciles que exijan capacidad de cambio, voluntad de saltar por encima de muros, confianza en la capacidad y vitalidad de su país, ansia de dar vida a un proyecto como el de la construcción europea. Y eso sería precisamente lo que se necesitaría en Niza: altas dosis de capacidad, de voluntad y de visión.

Uno por uno, todos defienden causas razonablemente justas. Tiene razón Gerhard Schröder cuando reclama una reponderación democrática del voto, de forma que Alemania, con 82 millones de habitantes, tenga más representación que los países con menor población. También la tiene (y más de lo que se le reconoce) Jacques Chirac cuando afirma que la Comunidad Europea fue creada, y se ha venido desarrollando satisfactoriamente, sobre la base de una estricta igualdad franco-alemana que no debe ser rota bajo ningún concepto. La tienen, asimismo, Portugal o Bélgica cuando explican que la construcción europea no puede hacerse sobre el olvido o aplastamiento de los intereses de "los pequeños" o cuando recuerdan que en Estados Unidos existe un sistema parecido a la doble mayoría (el famoso colegio electoral) y un Senado en el que Nueva York, con más de 18 millones de habitantes, tiene los mismos votos que Wyoming, con menos de medio millón. Por no hablar de las razones de España, cuando Aznar asegura que tiene peso y población como para necesitar un trato muy cercano al de los "grandes".

El problema es que las causas razonablemente justas, y contradictorias, van a llegar vivas a la mesa de la cumbre y que eso hace aumentar las posibilidades de un fracaso como el que se produjo en Amsterdam en 1997. Niza puede acabar con la convocatoria de una nueva conferencia intergubernamental y con el aplazamiento de la mayoría de las importantes decisiones que hay que tomar. Serían pésimas noticias para los ciudadanos, un insulto para los países que saben que tienen cerrada la puerta hasta que los Quince lleguen a un acuerdo sobre el reparto del poder y una mala señal para el futuro del euro, cuando parece que se está recuperando y cuando falta un año para que llegue a nuestros bolsillos.

El primer ministro francés, Lionel Jospin, se ha esforzado en los últimos días en restar dramatismo a la situación. "Llegar a una cumbre sin acuerdos es casi un clásico. Es en la propia negociación al más alto nivel cuando aparecen las soluciones". Es cierto, pero es igualmente posible que la misma diplomacia francesa que ha perdido todo su "atractivo" en la negociación de esta cumbre, pretenda la próxima semana ocultar el fracaso. Como también decía Greene, es aconsejable que los ciudadanos se comporten ante las grandes citas como si fueran reporteros y ya se sabe que los reporteros no se dejan engatusar con la fe. "Eso sólo les pasa a los columnistas".

solg@elpais.es

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_