Exceso estéril
"Quiero que los que se fijen en nosotros, sobre todo los más jóvenes, crean que la educación, las buenas maneras, el razonar, el argumentar es lo que hace sólido a un país; no el insultar, el despreciar, el ignorar". Así hablaba José Luis Rodríguez Zapatero, secretario general del PSOE, hace unos días en la SER, en entrevista con Iñaki Gabilondo, a propósito de su manera de hacer oposición. De todo el discurso del nuevo líder socialista, todavía necesitado de mucha concreción, es especialmente atractiva esa parte, que seguramente muchos pensarán menor, y a otros directamente no gusta, porque hay muchos políticos en el PSOE expertos en el estilo "duro" en cuya eficacia creen. Pero incluso esos políticos rechazan las malas formas cuando las utiliza el contrario, porque la expresión política por la tremenda encona las relaciones y cierra caminos a la racionalidad. Desde luego que la oposición está en su derecho y no sólo eso sino que es su deber, mirar con lupa al Gobierno y poner en evidencia sus errores, sus carencias. Y, por supuesto, es legítimo intentar convencer a los ciudadanos de que las cosas irían mejor si en vez de unos gobernaran otros. Aunque no lo crean los políticos, los ciudadanos agradecen, para hacer eso, las buenas maneras. El estilo excesivo es de muchos, pero que no sea exclusivo no lo vacía de exceso, por eso están llenas de él las palabras de la presidenta del PP a propósito de otro desgraciado accidente en la A-92, de cuyas consecuencias trágicas culpa a Chaves. La autovía del 92 se trazó deprisa, se hizo a toda velocidad, se acabó para ser un activo más del 92 y el Gobierno andaluz disfrutó, en un primer momento, del crédito de una obra que rompería el absurdo de las dos Andalucías -porque es cierto que Andalucía sólo hay una, o muchas, cientos, nunca dos-. Pero las obras bien hechas necesitan tiempo, y esa tuvo poco, a pesar de lo cual es, sin duda, un elemento fundamental para la vertebración de Andalucía. Traga dinero, eso sí, y más que tragará para ir arreglando todo lo que se hizo mal. Eso es una cosa, un error, del que la Junta deberá haber sacado ya serias y rigurosas conclusiones y otra cosa, el exceso verbal de Teófila Martínez. En todo caso, lamentablemente, costumbre en muchos políticos que desactivan sus discursos a base de insistir en el exceso más estéril.
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