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Entrevista:JORGE VALDANO - DIRECTOR DEPORTIVO DEL REAL MADRID

"Del Bosque es más valiente que yo"

Fue jugador, después entrenador y ahora, desde el verano, director deportivo. Sobre el césped llegó a ser campeón del mundo y desde el banquillo logró la Liga española. Jorge Valdano, de 45 años, tiene ahora ante sí la oportunidad de estrenar su palmarés como hombre fuerte del Real Madrid en los despachos. Un reto a un solo partido, la final de la Copa Intercontinental. Y ante el Boca Juniors, un equipo que a Valdano le inspira recuerdos de niñez. "No fui nunca del Boca", dice, "sino del Racing. Y siempre estuve más cerca del River. Pero el Boca me resulta simpático por popular". Pregunta. La nueva era del Madrid, la del saneamiento económico, tiene su primer título a tiro.

Respuesta. El saneamiento económico es sólo una parte de la nueva era, que lo que pretende es la grandeza deportiva por encima de todo. Si algo me gustó de Florentino desde el momento en el que lo conocí es que siempre piensa en grande. Sabe que apuntalar lo económico significa seguir apuntando a la gloria futbolística. Medido históricamente, ganar al Boca significa dar de comer a la gran historia del club, que obliga a ganar títulos. Medido por segmentos, sería el primer título de la era Florentino Pérez. Sería entrar por la puerta grande a la sala de trofeos.

P. Director deportivo. ¿Se siente raro? ¿Cuesta la adaptación?

R. No. Me ha exigido mucho, porque estos dos meses he procurado hacerme con la mayor cantidad de información para meterme el Madrid dentro de la cabeza, pero el mundo en el que me muevo no me resulta extraño.

P. ¿Cuál considera que es su mejor virtud para el cargo?

R. Que he dado una vuelta entera alrededor del fútbol. He sido aficionado toda mi vida, y, al mismo tiempo, jugador, entrenador y una persona relacionada con los medios de comunicación. He pasado por todos los sitios sin ser indiferente al entorno.

P. ¿Un modelo se puede impregnar sin ser entrenador?

R. Es que es mucho más difícil lograrlo como entrenador. Como técnico, el día a día te tiene tomado de la solapa. La dependencia del resultado hace muy inestable la función. El problema es que en el banquillo uno siempre tiene la sensación de estar ante una posibilidad de catástrofe. Cuando pierdes, estás a una semana; cuando ganas, a 15 días. Cuanto más arriba estés de la pirámide, más posibilidades tienes de defender un tipo de juego. Un tipo de institución, más que de juego.

P. En su mano está ahora liberar al entrenador de esa sensación de catástrofe inminente.

R. Ése es el principal apoyo que le debe dar el club a su entrenador. La sensación de que está respaldado por una estructura estable y respetuosa con su trabajo. El entrenador no debe ser el que lleve la cuestión disciplinaria de los jugadores, ni convertirse en un relaciones públicas del club. Debe ser entrenador, el que elige el modelo futbolístico del equipo, el tipo de juego.

P. ¿Y ahí no interviene el director deportivo?

R. Interviene como parte decisiva en la comisión de fichajes, y en la designación del entrenador. Pero desde el club no hay ningún imperativo técnico que pueda influir en sus decisiones.

P. ¿Cuál es el mayor enemigo de este nuevo cargo?

R. El día día. Cuando uno está muy encima de las pequeñas cosas, y en el Madrid se generan cientos cada semana, uno deja de pensar en términos estratégicos y hasta de tener tiempo para ver fútbol.

P. ¿Qué había en el club a su llegada que no le gustara?

R. La primera orden que di a toda mi gente es no hablar del pasado. Yo tampoco debo. Cuando era jugador y entrenador de esta casa, me cansé de escuchar quejas de los empleados como si ellos no tuvieran responsabilidad directa en la construcción del Madrid. Por eso prefiero que en vez de hablar del pasado y de los defectos, la gente hable de los remedios.

P. En este tiempo, ¿le ha dado tiempo a construir algo concreto?

R. Sí. Lo primero, marcar pautas de comportamiento. Lo segundo, dar una sensación de serenidad. Si hiciéramos el ejercicio de tomar los periódicos de la temporada pasada en el mismo tramo que ésta veríamos un contraste muy serio.

P. Y casi todo gracias al Barça. El mejor empujón que puede tener el Madrid es un Barça en crisis.

R. Sí, posiblemente en las sensaciones públicas eso resulte una evidencia. Pero me parece un error que el Madrid esté pendiente de lo que pase en Barça. Cuando llegué a España hace 25 años, era al revés. En Barcelona estaban muy pendientes de lo que pasaba en el Madrid, y el Madrid tenía su velocidad y no miraba hacia ningún lado.

P. ¿El jugador acepta mejor que se le discuta la titularidad -gajes de su anterior función de entrenador- o el sueldo y las pautas de comportamiento?

R. Los jugadores son personas más normales de lo que la gente se cree. Cuando uno lo encara desde el sentido común es relativamente fácil convencerlo sobre qué es positivo y qué es negativo para la imagen y para la política del club. Por otro lado, el profesionalismo no clausura el amor que el jugador siente por el fútbol. Sigue viendo la suplencia como una agresión. En ese sentido, la tarea de un entrenador es mucho más difícil que la que a mí me atañe. Quizás discutir los aspectos económicos resulte difícil, pero para eso ya se creó la figura del representante, cada vez más agigantada. Y eso, que tiene algunos defectos, hace de colchón en la relación con los jugadores.

P. ¿Por qué le gusta este Madrid?

R. Porque tiene jugadores que dan siempre esperanzas de gol. Más allá de cierta descompensación en la construcción de la plantilla, creo que tenemos un equipo muy potente.

P. ¿Y qué le disgusta de este Madrid?

R. Una cierta irregularidad. Resulta imposible dentro del ritmo de partidos que se juega ahora, pero si aspiramos a perfeccionarnos, debemos tener un punto de regularidad para los días en los que las individuales no estén muy inspiradas. Por lo demás, como la pregunta va para ese lado, tenemos un entrenador con muy buen criterio. Alguien que tiene mucha sensibilidad hacia el socio, que tiene sentido de club y que es muy respetuoso en su relación con los jugadores. En estos momentos, por mi gusto futbolístico, no me resultaría fácil encontrar otro técnico con el mismo gusto por el fútbol de ataque que yo. Pues bien, Del Bosque me ha pasado por el arcén. Del Bosque es más valiente futbolísticamente que yo.

P. ¿Por qué interpretó que la pregunta iba contra el entrenador? Ni siquiera fue nombrado.

R. Porque siempre que me preguntan por el equipo está implícito el juicio hacia el entrenador.

P. Esa irregularidad que le disgusta, ¿procede de que los jugadores no se toman todos los partidos igual? Helguera, por ejemplo, habló hace unos días de partidos más y menos importantes.

R. La irregularidad ha tenido que ver, en primer lugar, con algunas lesiones y que influyeron en el comportamiento del equipo. Se cayeron Hierro, Morientes, Raúl, Conceiçao, Celades... Y todos por bastante tiempo. Y como el equipo es nuevo hasta el punto de haber fichado hasta seis centrocampistas, lógicamente esa inestabilidad afecta a su irregularidad. No es lo mismo que juegue Conceiçao, junto a Celades que Makelele junto a Helguera. No hablo de mejores o peores, sino de distintos. La segunda, indiscutible, es la cantidad de partidos que se juegan. Uno llega de Alemania un miércoles a las seis de la mañana, el jueves tiene tiempo de hacer un entrenamiento y el viernes ya viaja a Numancia para jugar ante un rival en donde la ciudad entera y el equipo entero han estado pensado en el Madrid durante toda la semana con la obsesión que merece ese gran acontecimiento, que se produce cada año en Soria. Es imposible que los dos equipos lleguen con el mismo enfoque al partido. La prueba del algodón de que esto no es una frivolidad de los jugadores es dar un repaso al fútbol europeo. El Bayern es eliminado de la Copa por un cuarta división, el Milan va sexto, el Juventus ya no está en la Champions. Hay damnificados en todos los sitios. Las competiciones trazadas tienen un punto de inhumanas. Y eso no permite mantener un comportamiento regular.

P. Pues esa sobrecarga del calendario no tiene remedio.

R. La cura sería jugar 20 partidos menos por temporada. Pero esa cura es imposible porque se generarían pérdidas de dinero. Habría que buscar un justo término medio. Si no, el negocio estaría en peligro.

P. ¿La caída de Raúl, tiene que ver con eso?

R. Raúl empezó la temporada sin estar en condiciones físicas. Es posible que por esa sobrecarga. En los últimos cinco años, jugó más partidos que nadie y eso pudo tener un efecto físico. Pero el hecho de haber jugado al principio de temporada sin entrenarse es lo que más lo ha descompensado. Los problemas ya han desaparecido y ahora, poco a poco, se va recuperando físicamente. Pero creo, además, que hay un periodismo que se mueve por modas, y ahora mira a Raúl desde un prisma negativo. Si un jugador de otro tipo llevara los goles que lleva Raúl estaríamos hablando de una aparición rutilante dentro del fútbol español. Lo que pasa es que de él empiezan a esperarse cosas grandes de cada partido. Parece el sacerdocio de toda estrella.

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