Tardígrados

De nuevo Távora

Que maravillosos seres son los tardígrados, son unos entes que se asientan en una estructura desarrollando una función y es imposible modificar su estado. Científicamente imposible y si algún científico encuentra alguna fórmula me gustaría que me la explicase. Pondré un ejemplo: estos organismos, según parece, viajaban en el casco exterior de una nave espacial norteamericana que realizó una misión en el espacio, cuando la nave regresó de nuevo a la tierra, científicos de la NASA analizaron el casco y los únicos organismos que habían sobrevivido eran los tardígrados que no modificaron su estado, seguían asentados en sus estructuras. Resulta evidente que estos organismos tienen una hegemonía sobre el resto de los organismos que cohabitan en el mismo caldo de cultivo, donde resisten fuertes temperaturas, incluso tienden al camuflaje, y cualquier otra mutación que sea necesaria para su propia subsistencia. Después de analizar la situación de los tardígrados quiero constatar mi admiración por ellos, ya que torpemente pensaba que estos organismos permitían la coexistencia de otros seres, pero curiosamente tienen un control exógeno exacto del tejido en donde residen, invalidando cualquier intento de oxigenación en su micromundo.Recomiendo que se estudie el modelo o superestructura que estos entes utilizan para su hegemónica trayectoria. Creo que resolver en un futuro la posibilidad de incorporar oxígeno a estas estructuras piramidales biológicas.- Jorge López Molina. Sevilla.

En carta del día 13, Concepción Ramírez, de Dos Hermanas, arremete contra mí como si yo fuera un malvado extranjero que desprecia las maravillas escénicas que "su" Salvador Távora aporta al teatro universal. Quisiera dar una breve réplica a dicha señora.Decía el sabio cordobés Averroes que el número de tontos iguala al de las titilantes estrellas del firmamento. Pero los tontos (y esto también lo dijo el P. Feijoo) no dejan de ser tontos por muchos que sean. El primer efecto de la ignorancia es que el ignorante no desea, ni intenta, ni procura salir de ella, y se deja engañar sin resistencia por el primer embaucador.

Los salvajes y sanguinarios espectáculos basados en la tortura de animales no son más que un infame negocio para unos vivales, que pretenden justificar tales engendros con una capa de cultura tan falsa como la falsa moneda. Pero intentar hacer cambiar a sus fans (que también los tienen porque hay gente para todo) es tarea tan inútil como intentar que un jorobado se ponga de pronto tieso como un poste. Es como aquel gitano costroso y piojento a quien alguien recriminaba por no lavarse durante décadas, y él le replicó airado: "Usté no se meta con mi mugre y mis piojos. ¡Son míos y a muncha honra!".- Enrique Blanque-Bel. San Pedro Alcántara (Málaga).