¿Por qué no van al grano?
Cada vez es más frecuente ese fenómeno consistente en producir una serie, archivarla un tiempo y estrenarla de tapadillo y fuera del horario de máxima audiencia. Es lo que acaba de ocurrir en TVE con Robles, investigador, que marca el regreso de su creador, el periodista reciclado en cineasta Pedro Costa, a su querido mundo de los crímenes reales.Robles, investigador tiene una duración razonable y podría ser una serie interesante si sus responsables no hubieran cedido a esa manía, cada vez más omnipresente en la actual ficción televisiva nacional, de llenar el producto de personajes secundarios y de subtramas, que no aportan nada al tema principal del episodio, creando en el espectador una molesta sensación de coitus interruptus que los seguidores de Murder one recordarán: todos estábamos hartos de que nos apartaran del acoso y derribo de Stanley Tucci para abrumarnos con los dimes y diretes de los abogados del despacho dirigido por Daniel Benzali.
En el primer episodio, Robles investigó la desaparición de una adolescente en Guadalajara con la ayuda de su fiel asistente Charo. Hay cierta química entre Antonio Resines y Natalia Dicenta, una versión castiza de Mike Hammer y su fiel Selma, y el enigma tiene su punto. Pero cada dos por tres, la investigación se ve obstaculizada no por los sospechosos, que sería lo normal, sino por las andanzas del hijo de Robles, su asistenta, su empleado, una becaria recién llegada a la agencia, un detective provecto, un marido infiel... Todos estos asuntos acaban por quitarle espacio a la historia, con lo que ésta es explicada a medias y se resuelve con demasiada facilidad.
Un poco de costumbrismo no le hace ningún daño al thriller, como demuestran las novelas del italiano Andrea Camilleri o el griego Petros Markaris, pero un abuso de nimiedades redunda en perjuicio del resultado final. Todo género tiene sus normas, y el peligro de saltárselas para llegar a todo tipo de público entraña el riesgo de no fidelizar a ningún segmento de la población telespectadora.
Los responsables de Murder one tuvieron tiempo de enmendarse, y el final fue excelente. No sé si Pedro Costa y su equipo van a tener esa oportunidad, pero estaría bien que así fuera: en Robles, investigador hay suficientes elementos para una serie estimulante, y bastaría con ir al grano y desprenderse de la paja para obtener un producto mucho más digno que otros a los que, inexplicablemente, se les premia con un horario de máxima audiencia.
[Robles, investigador logró en el episodio de estreno 1.741.000 espectadores, con un 15,5% de cuota de pantalla].
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