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Undécima jornada de Liga

Osasuna empequeñece al Deportivo

El conjunto gallego malgasta el gol más tempranero del campeonato al subestimar a su rival

El éxito se le subió a la cabeza al Deportivo y le dejó los pies fríos. Marcar un gol en el segundo 18 de juego, con cuatro toques, dos de cabeza y dos de pie, concede a quien lo consigue una jerarquía indiscutible, algo así como el don de la superioridad. Pero conviene saber mantenerlo y entender la psicología del rival. Y en ambos asuntos fracasó el equpo coruñés, que dio por muerto demasiado pronto a un Osasuna que se distingue precisamente por su fortaleza anímica, sobre la que construye sus dosis de juego. No es fácil arrumbar a Osasuna, que en un pis-pas echó del partido a un Deportivo muy lento y muy largo. Conclusión: perdió el balón incapaz de resistir la axfisiante presión de Osasuna y se confió a Valerón como única conexión con Tristán.

OSASUNA 1-DEPORTIVO1

Osasuna: Sanzol; Crutxaga, Aitor Ocio, Mateo; Alfonso, Álex Fernández, Yanguas; Lekunberri, Sabino (Rosado, m. 86), Arpón (Palacios, m. 77); y Armentano (Trzeciak (m. 62)Deportivo: Molina; Manuel Pablo, Hélder, Naybet, Capdevila; Mauro Silva, Emerson; Scaloni, Valerón (Víctor, m. 72), Fernando (Makaay, m. 90); y Diego Tristán (Pandiani, m. 66). Goles: 0-1. M. 1. Scaloni, de cabeza. 1-1. M. 15. Crutxaga, a la salidad de un córner. Árbitro: Pérez Burrull. Amonestó a Capdevila y Alfonso. Unos 18.000 espectadores en El Sadar.

Con la pelota en el pie y corriendo como posesos, los jugadores de Osasuna hicieron crujir la cintura de los defensores deportivistas, incapaces de guardarse las espaldas y condenados a sufrir. El empate fue el fruto del ensayo. Mateo peinó en el primer palo y Crutxaga puso más ímpetu que los tres defensores que le rodeaban. Todo un síntoma de actitud. Ahí se hundió el Deportivo, arruinó la superioridad conseguida en 18 segundos de ingenio y se puso el buzo de los trabajos forzosos.

El fútbol era cosa de los futbolistas incrustados entre las marcadas líneas de ambos equipos: Valeron y Arpón, tan intermitentes como inteligentes. El resto era una tabla de gimnasia, de la que obtenía más rendimiento Osasuna, más acostumbrado a producirse con velocidad: el duelo entre Fernando y Alfonso resultaba espectacular. Pero a Osasuna le falta un rematador. Ni Armentano ni Sabino llevan el gol cosido a la bota. Lo suyo es la pugna y la insistencia.

El Deportivo sí tenía un goleador en el campo. Tristán juega en el área con el manual en la mano, pero tiende a exagerar su posesión del balón ante la falta de compañeros en su entorno. Se le abandonó a su suerte y, prácticamente solo, hubo noticias del sevillano en el escorzo que precedió al gol de Escaloni. Irureta hizo lo habitual: sustituirle por Pandiani. Valerón le siguió enseguida. Arpón lo hizo unos minutos después. La gimnasia succionó el fútbol. Entretanto, en el enésimo balón aéreo ganado por Osasuna, Sabino remató a la cruceta en la única ocasión de gol de toda la segunda mitad.

El partido se empobreció minuto a minuto, se fue haciendo plano. Mauro Silva devolvió el balón al Deportivo, pero sólo para un fútbol de ficción. Los dos conjuntos se olvidaron de las áreas. El partido, que había comenzado con los aspavientos de las grandes citas, acabó así con las formas de un fútbol menor. A Osasuna le queda el consuelo de haber empequeñecido al vigente campeón de Liga. Le bastó el tesón y aplicar las lecciones básicas del fútbol. El Deportivo festejó el empate como un éxito. Tiró su jerarquía y se igualó a su rival. Por eso se fue contento y humilde.

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