TURISMO EN EL GULAG

Alexéi Alabushev, un paleontólogo nacido en la región de Magadán (en el extremo oriente ruso), pero residente en Estados Unidos, está empeñado en desarrollar el turismo extranjero en esa ignota región, que une a su crudo clima el estigma de haber sido centro de una red de campos de concentración en tiempos de la represión estalinista. Alabushev tiene la vista puesta en el valle del Cañón, a 600 kilómetros de la capital de la región y de difícil acceso, separado del resto del mundo por bosques y ríos que se hielan en invierno. La zona es "única en su género", ha declarado al diario Kommersant. "Tiene de todo: montes, lagos, cascadas, glaciares, animales raros y hasta campos de concentración". Uno de estos últimos, ejemplo singular del siniestro Archipiélago Gulag que expuso Alexandr Solzhenitsin, se ha conservado casi intacto, con barracas en las que aún pueden verse uniformes y gorros numerados de los prisioneros, así como utensilios domésticos diversos. Alabushev cuenta con la colaboración de Iván Panikarov, que promovió un museo local sobre el Gulag que se inauguró en 1996. El peculiar circuito turístico incluye la visita a este campo, en cuyas proximidades vive todavía un superviviente, el preso número 1241, Vladímir Svertelov, que trabajó en una mina de cobalto y que cada semana se pone su viejo uniforme de condenado y rinde homenaje a las víctimas del Gulag en un monumento inaugurado en 1996 y denominado Máscara de Luto.-