El Rayo desnuda al Valencia

La espesura atacante del Valencia, disimulada de diversas maneras en las jornadas precedentes, quedó ayer en evidencia. Sólo Mendieta se rebeló en el segundo tiempo contra el desgobierno total de su equipo, obsesionado con nutrir de balonazos a Carew como único recurso. Eso sí, un recurso que practica el Valencia con una fe innegable. Fruto del cual cazó un empate en el descuento. ¿Obra de quién? Del hombre más voluntarioso del mundo, el uruguayo Diego Alonso, que marcó en el minuto 94. Salvó los muebles de un Valencia desastroso, superado por un Rayo muy inteligente que acusó al final el cansancio del choque del jueves. Con cuatro retales, Juande Ramos ha forjado un conjunto muy serio, consciente de sus defectos y de sus virtudes. Con capacidad para defender (perfecto el marcaje de Ballesteros a Carew) y para atacar (el flaquito Michel demostró su innegable talento: cada vez que acarició la pelota, creó el pánico en la defensa local). El Rayo, además, ofreció dos goles hermosos, el primero fue una maravilla de Bolic, un disparo escorado desde unos 35 metros.Juande Ramos pobló el centro del campo con cinco hombres; mandó presionar por todos los rincones del estadio; y dejó suelto un guerrillero en el ataque, Bolic, que mantendría a raya a cuatro defensas. Y que abriría el marcador con un gol soberbio: le cayó el balón a unos 35 metros de la portería local y, ya que se hallaba en desventaja ante los defensores, optó por la propuesta más atrevida. Levantó la cabeza, observó que Cañizares estaba muy adelantado y envió una vaselina envenenada a la que no llegó el guardameta valencianista en su desesperada carrera hacia atrás. El Rayo no se conformó entonces con la ventaja, sino que siguió al acecho tras percibir que el líder estaba seriamente tocado. En este aspecto sobresalió la clase de Michel, que se puso a garabatear por el extremo izquierdo de modo que Angulo, que se reincorporaba al equipo como lateral derecho, no sabía cómo borrarlo.

El Valencia se escoró completamente hacia su lado izquierdo. El derecho lo mantuvo desactivado. Al menos el otro lado lo frecuentaron Carboni y Vicente, cuyos centros sin embargo fueron desperdiciados por un Carew desesperante. Completamente estático. El delantero noruego encontró ayer el antídoto a su corpulencia: el central Ballesteros, que le ganó casi siempre por arriba, unas veces por colocación, otras por pura fuerza.

Miles de deficiencias en el grupo local no indujeron a Cúper a mover el banquillo tras el descanso. Cuestión que aprovechó el Rayo para marcar de nuevo. Michel remachó un contraataque con un disparo seco y cruzado. Otro gran golpeo de balón aplaudido por la grada de Mestalla, que se rindió a la belleza del tanto. ¿Hubo respuesta de Cúper? Tampoco. Sí la hubo de Mendieta, que puso al Valencia en el partido con un zurdazo desde el borde del área. Alonso, al final, rasguñó el empate.