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BALONCESTO Liga de la ACB

La agitada vida del 'comunitario B'

La vía judicial resuelve de momento el conflicto, pero los jugadores piden una solución definitiva

"Pensaba que iba salir en los periódicos porque sería el mejor, por ganar los partidos, por meter más puntos que nadie, por coger más rebotes que los demás... Lo que no podía ni siquiera imaginar es que iba a salir por todo lo contrario. Por no jugar. Resulta chocante". El fichaje estrella del Real Madrid de baloncesto para esta temporada, el esloveno Marko Milic, condensa con singular sencillez todo el embrollo de los comunitarios B. Seis jugadores de baloncesto, seis grandes jugadores, que no juegan y han tenido que recurrir a los tribunales para ganarse el derecho a pisar las pistas de baloncesto con la condición de comunitarios, y no de extranjeros, bajo el brazo. Este fin de semana, un mes y cuatro jornadas después del inicio de la Liga ACB, se estrenan. Es un debú a medias, porque varios ya han jugado como extranjeros, pero por primera vez todos saltan a la pista con la licencia de comunitarios en sus bolsillos.Los lituanos Timinskas y Stombergas, del Tau, y Jasikevicius y Karnisovas, del Barcelona, ya jugaron ayer tarde. El esloveno con pasaporte turco Milic y el checo Zidek, del Madrid, lo hacen hoy frente al Caja San Fernando (12.00, Autonómicas). A los seis, la luz al final de un túnel de intereses y declaraciones cruzadas se les empezó a iluminar el pasado día 9. El auto de un juzgado de Vitoria concediendo a Timinskas y Stombergas el derecho a jugar como comunitarios mientras llega la resolución definitiva del caso -prevista para el 12 de diciembre- obligó al Consejo Superior de Deportes (CSD) a dar marcha atrás y levantarles a todos la suspensión cautelar que impuso el 13 de octubre, horas antes del inicio oficial de la Liga.

Para Zidek, el tímido gigantón del Madrid, se empieza a cumplir su principal reivindicación. "Es muy duro estar esperando. Llega un momento en que no te importa tanto que digan si podemos jugar o no. Lo que quieres es que digan algo de una vez. Estoy muy contento, porque ahora parece que sí, pero todavía nos queda nuestro propio juicio", asegura el checo con una mezcla de hartazgo y escepticismo. Esta semana, por segunda vez, Zidek y Milic también han denunciado su caso ante los tribunales, como los dos lituanos del Tau y el blaugrana Jasikevicius.

Dentro también del Madrid, pero desde la otra parte de la barrera, Alberto Herreros coincide con su compañero. "De un lado o de otro, pero lo que todos queremos es que este asunto se solucione de una vez por todas". A Milic, lo que más le llama la atención es lo que se está dilatando el conflicto. "Me resulta todo muy extraño. Scariolo ya me comentó cuando fiché que había este problema, pero lo que no me esperaba es que fuese tan largo".

La cada vez más escasa paciencia de Milic tiene un consuelo en Vitoria. Él no ha tenido que pasar todavía por el agitado trámite que esta semana han afrontado Stombergas y Timinskas. El trago le resultó especialmente amargo al segundo. Hubo de esperar junto a su compañero Stombergas en los pasillos del Palacio de Justicia de Vitoria durante media hora. Luego se sentó en una sala rodeado de personas con toga negra que durante más de tres horas hablaron un idioma -no el jurídico, sino el espa-ñol- del que no entiende una palabra. Stombergas tuvo más suerte. Su juicio debía comenzar al terminar el de Timinskas, pero el reloj se convirtió en su aliado. El retraso de la vista le permitió ahorrarse el entrar en la sala. Tenía excusa. Ambos debían cruzar a la carrera toda Europa para llegar a tiempo al partido frente al San Petersburgo. Tras 24 horas de viajes, se pudieron unir al resto del equipo. Aterrizar, comer, una pequeña siesta... y a jugar. Estos días no hay duda del estrés del comunitario B.

A los dos, la noticia de su sentencia les llegó en el aeropuerto de Orly, en París, a la hora de la comida, durante el regreso. Pese a encontrarse en el país del champán no hubo celebraciones. A su carácter frío se añade la sensación de que los clubes están más interesados en todo este litigio que los propios jugadores; que ellos, al fin y al cabo, son excusas necesarias.

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