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GOLF - TORNEO DE VALDERRAMA

El Tigre falla y se descuelga a ocho golpes de Price

Carlos Arribas

El hoyo 17 de Valderrama es una castaña, según un jugador. Según otro, este hoyo, el más famoso del campo más famoso de Europa, va de mal en peor: cada año se le renueva y cada año defrauda. Tres jugadores diferentes lo enfocaron desde una perspectiva diferente. A cada uno le salió una fotografía.

En el green del denostado hoyo 17 de Valderrama fue donde ayer, en la primera jornada del torneo del millón de dólares, mejor se pudo apreciar la textura de los campeones del golf. Tiger Woods, que allí el año pasado mostró a mundo la injusticia de un mal diseño (un perfecto golpe con el hierro 7 que dio en la diana, junto a la bandera, acabó en el agua), tiró de nuevo a green con el segundo golpe (después de dudar un rato, agarró un hierro 6 a 180 metros) y de nuevo, aun en el nuevo diseño, acabó en el agua. "Tiré al green", dijo. "Y la bola no aguantó". Bogey. Una jornada que había comenzado acelerada (tres birdies en los cuatro primeros hoyos), que después pilló un par de baches (tres bogeys entre el 12 y el 17), acabó casi hundida: -1, que no es un gran resultado en un día en el que 28 de los 64 jugadores (empezaron 65, pero se retiró Ernie Els, con dolor de espalda) bajaron del par, y 38, casi el 60%, hicieron el par o menos.Después del Tigre probó fortuna en el 17 Sergio García. Maduro. Calculador. Por primera vez salió de sus labios el reconocimiento de que pensó en la llamada ecuación del miedo, la del riesgo-beneficio. "No vi claro qué podía sacar. No vi sentido jugarme una madera e intentar clavarla y frenarla en el green, hacia la izquierda con viento de derecha, después de que con el driver de primeras tuviera que dibujar un fade y la bola no me quedara muy cómoda".

Así que con su segundo golpe, Sergio García se quedó delante del agua, al otro lado de la orilla del green. Con el tercero se fue a la hierba corta, con el cuarto se acercó al hoyo y con el quinto embocó. Un par que no está mal para casi cerrar una jornada que no estuvo nada mal: -3, tras un comienzo dubitativo (dos bogeys en los tres primeros hoyos), una zona media acelerada (cinco birdies entre el sexto y el undécimo) y un final regulado. Y una conclusión: "El Tigre es humano y también falla".

Antes, la lección la había dado José María Olazábal, el maestro de los hierros, el del swing que se afirma, el que duda con el driver, el que no se sensibiliza del todo con el putter. Agarró un buen hierro en medio de la calle, miró hacia la laguna y calculó cómo dejar la bola a 95 metros exactos de la bandera. Y allí, al pequeño rectángulo de hierba marrón, mandó su bola. Después, eso: 95 metros, un sand wedge completo, un ejercicio de precisión y la bola, a la altura del hoyo, cerca. Lo suficiente para el putt y el birdie.

¿Quién teme al Tigre, pues? Visto lo que acaeció ayer, poca gente. No Sergio García, no José María Olazábal. Mucho menos Nick Price, el zimbabuense bondadoso, el jugador de 44 años que de vez en cuando se siente rejuvenecer.

Clasificación: 1. Nick Price (Zimbabue), 63 golpes. 2. Pedraig Harrington (Irlanda del Norte), 66. 3. Scott Hoch (EEUU) y Andrew Coltart (Escocia), 67... 8. Sergio García (España), 69... 13. José María Olazábal (España), 70. 19. Tiger Woods (EEUU), 71. 42. Miguel Ángel Jiménez (España), 74.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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