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FÚTBOL Segunda eliminatoria de la Copa de la UEFA

El Rayo alarga su sueño de rebote

Un gol de Michel permite al cuadro vallecano seguir adelante

Una falta cerca del área, un disparo de Michel cuya destino no era otro que la grada, la pelota que golpea en la cabeza de un jugador danés y que se va dentro. Así, de rebote, consiguió el Rayo alargar su sueño europeo. Lo hizo de la peor manera posible, ejecutando un partido infumable, en el que convirtió al Viborg en un equipo no ya superior a lo que es, prácticamente nada, sino capaz de sentirse un gigante en esto del fútbol. No había urgencia, no había nada que pudiera indicar que el Rayo, siendo mínimamente fiel a su ideario, pudiera sufrir. Sufrió a lo bestia. Si el Viborg se fue al descanso sólo con un gol en el saco se debe, únicamente, a su incapacidad para llegar más lejos. Porque por el Rayo no quedó. Tenía enfrente a un conjunto mínimo, bien ensamblado tácticamente, pero incapaz de ponerle color a su dibujo.

VIBORG 2 RAYO VALLECANO 1

Viborg: Onyszko; Hamm, Pedersen, Dorensen, Sennels; Frandsen (Norlund, m. 80), Hojer, Povlsen (Kjergaad, m. 80), Glerup; Winther y Fernández.Rayo: Keller; Alcázar, Ballesteros, De Quintana, Mingo; Helder (Iván Iglesias, m. 46), Michel; Glaucio (Mauro, m. 10), Quevedo, Setvalls (Bolic, m. 46); y Bolo. Goles: 1-0. M. 28. Falta que lanza Hojer, Fernández supera en el salto a De Quintana y peina el balón. 1-1. M. 77. Falta que saca Michel y el balón rebota en la cabeza de un defensa. 2-1. M. 85. Jugada ensayada de los daneses y tras el saque de una falta en corto Fernández bate a Keller desde la línea de fondo. Árbitro: Georgios Kaznaferis (Grecia). Amarilla a Frandsen, Fernández, Helder y Setvalls y expulsó a Pedersen (m. 76). El Rayo pasa por el valor doble del gol de ayer. En la ida ganó por 1-0. Unos 4.000 espectadores en el Silkeborg Stadium.

Nadie representa mejor que Helder aquel disparate que el Rayo perpetró en la primera mitad. Es el portugués un futbolista portentoso en el aspecto físico, corre que te corre, como si en ello le fuera la vida. Pero su fútbol empieza y acaba en el loable sacrificio que le echa a la tarea. Corría Helder pero el balón le engañaba. Una y otra vez. Con él al mando del equipo se puso Míchel, un jugador de corte radicalmente distinto, el más capacitado que tiene Juande Ramos, en ausencia de Luis Cembranos, para echarle imaginación al asunto. Pero ayer se le congeló la fantasía hasta que disparó aquella falta, de forma horrorosa, y el balón le hizo un extraño guiño a un equipo que hasta entonces le había castigado de mala manera.

Sería por el frío, por el césped empapado o porque este equipo, que quiere seguir viajando por Europa, se aloja en un hotel donde a tipos que andan cerca del 1,90 de estatura se les intenta dar cobijo en un sofá-cama, el caso es que no se recuerda en las dos últimas temporadas a un Rayo tan frágil, tan anárquico y tan mezquino como el que ayer se vio en Silkeborg, población a la que llevó el partido el Viborg porque su estadio no está preparado para eventos de este tipo.

Cualquier posibilidad de que el Viborg se convirtiera ayer, o en toda su historia, en un equipo capaz de complicarle la vida al Rayo pasaba porque el equipo español así lo quisiera. Lo quiso. Desde el primer momento. De poco sirvió que Juande Ramos se pasara noventa minutos gritándole a su defensa que adelantara líneas, que quedarse cerca de Keller era una manera un tanto absurda de suicidarse. Un fallo de colocación de De Quintana, la enésima subida a destiempo de Alcázar, Bolo que no se desmarca cuando debe, Quevedo que llega tarde, Helder, corre que te corre... En fin, elegir culpables a lo que hizo ayer el Rayo sería tan fácil como recitar su alineación.

Con cambios incluidos. Marcó un gol el Viborg, pero debió marcar unos cuantos más. Tres, cuatro... La fortuna se alió en Dinamarca con un Rayo al que no se le cayó la careta de perderor hasta que Michel le pegó tan mal, tan mal, que al danés que por allí pasaba no le dio tiempo a quitar la cabeza y mandó al Rayo a seguir haciendo historia al menos otro ratito.

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