"La mayoría de los directores quiere ser el centro de atención"
Nati Mistral subió por primera vez a un escenario en 1944. Era el teatro Español de Madrid, su ciudad, y hacía un programa doble: La ciudad lejana y La cueva de Salamanca. Desde entonces no ha parado y no tiene la mínima intención de hacerlo. La actriz y cantante está, desde ayer y hasta el próximo domingo día 12, en el teatro Lope de Vega de Sevilla con La malquerida, de Jacinto Benavente. Esta obra, estrenada en 1913, se ha convertido en un talismán para las grandes actrices que, periódicamente, la retoman. La dramática historia, basada en un hecho real, es como una tragedia griega pero ubicada en la España rural de principios de siglo. A pesar de llevar 56 años en la profesión, Nati Mistral no duda en enfrentarse a un personaje tan duro como Raimunda. "Es como cantar Aida todos los días", dice la actriz para comparar el esfuerzo que supone su trabajo en esta obra que dirige Joaquín Vida.Pregunta. Antes de La malquerida se enfrentó usted a otro de los grandes personajes españoles La Celestina, ¿se ha propuesto no bajar el listón?
Respuesta. Una actriz que no haya hecho Fuenteovejuna, La Celestina y La malquerida no puede llamarse actriz. La gran María Guerrero cada vez que hacía una gira con una obra y no tenía éxito, reponía La malquerida porque sabía que con este drama llenaba siempre. María Jesús Valdés, que es una actriz estupenda, me dijo que se la he pisado; porque claro cuando alguien monta una obra hay que esperar al menos dos años para hacerla otra vez y ni ella ni yo tenemos edad para esperar demasiado.
P. Pero usted ya había interpretado el drama de Benavente antes...
R. Sí, la hice en México hace 15 años y con el mismo montaje estuve también en Buenos Aires, pero nunca había encarnado a la Raimunda en España. En Sudamérica también hice La casa de Bernarda Alba.
P. Además de La Celestina y La malquerida, Joaquín Vida la ha dirigido también en su anterior espectáculo Simplemente Lorca, ¿han formado equipo?
R. Joaquín Vida es un director que nos deja a los actores que seamos lo que somos sobre el escenario y eso es primordial para la comedia y para nosotros mismos. La mayoría de los directores quieren ser el centro de atención continuamente, quieren ser la guinda del pastel y el pastel. Pretende estar en todo y eso nos confunde.
P. ¿Por qué se compara a La malquerida con un clásico griego?
R. Mi personaje es como Fedra, sólo que al revés, una hijastra enamorada de su padrastro. Es también una historia cotidiana de malos tratos que termina con dos asesinatos. Siempre ha habido mujeres maltratadas, lo bueno es que hoy la mujer no se resigna, se rebela.
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