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Libertarios

Los "acostistas" (nombre de guerra de los guerristas madrileños seguidores de José Acosta) vuelven a enfrentarse a los renovadores por la base en el clásico y apasionante derby por la primogenitura de la FSM (Federación Socialista Madrileña), un duelo que está a punto de convertirse en torneo triangular por la aparición de una tercera candidatura, autotitulada "Alternativa", cuadrangular, o incluso pentagonal, porque aún no se ha cerrado la lista y se preparan alternativas de alternativas.Los renovadores por la base apoyaron en su momento a Rodríguez Zapatero, por lo que les cabría el calificativo de "zapatistas", más que nada por darle un tono más guerrillero a esta confrontación tan aburrida como incomprensible, fuera de las filas, y dentro también, de los socialistas.

La pugna entre "acostistas" y "renovadores básicos" no se debe, según cuentan las crónicas, a divergencias ideológicas, estratégicas o filosóficas en el seno del socialismo madrileño, sino en la adscripción a uno u otro de los bandos del nuevo secretario general. Los acostistas prefieren a Acosta, como siempre, y los renovadores, como su propio nombre indica, quieren renovar la cúpula con uno de los suyos para emprender desde allí la renovación de las bases, probablemente.

Los "alternativos" tal vez aspiren al voto de la rabieta y del hartazgo, al "ya que os habéis puesto tan pesados, ahora para ninguno de los dos, ahora voy y voto al otro, al como se llame ése de la alternativa".

No es por frivolizar, pero en algo habrá que entretenerse hasta que venga alguien y nos aclare en qué se diferencian, "acostistas", "renovadores" y "alternativos", qué es lo que pretenden y cómo afectaría a los madrileños que gobernasen Madrid los unos o los otros. No es un problema exclusivo del socialismo madrileño, ni del socialismo español, no hay más que ver a Tony Blair haciendo campaña a favor de la castidad y de la virginidad entre los adolescentes británicos para darse cuenta de que el socialismo está pasando por una profunda crisis de definición y posicionamiento. Y no hay que irse tan lejos, no hay que pasar de A Coruña, donde el alcalde "socialista", Paco Vázquez, confiesa su profunda admiración por cómo hace las cosas Fraga Iribarne, mientras pone a caer de un burro a sus colegas de partido.

Menos mal que Rodríguez Zapatero, en un alarde de audacia verbal, casi "zapatista", huyendo de la etiqueta "neoliberal" que algunos malintencionados colgaron en su espalda, habló hace poco de "socialismo libertario", como Bakunin. Lo dijo toreando de salón en un club de debates, pero ahora se verá en la obligación de aclararlo. Tal vez no fue un desliz, sino una forma algo retórica de matizar el concepto de "liberal", hoy secuestrado por los conservadores, cuyo liberalismo se circunscribe al ámbito económico, a la defensa de la libertad de mercado por encima de cualquier otro género de libertad.

A la palabra "libertario" le corresponden en los diccionarios los sinónimos de anarquista y ácrata. En un alarde de simplificación, el de María Moliner define al libertario como "partidario de la absoluta libertad política: de la no existencia de gobiernos ni leyes".

Unos sinónimos y una definición capaces de ponerle los pelos de punta a cualquier político profesional de la izquierda, el centro o la derecha, porque el triunfo de las ideas libertarias representaría la extinción de su oficio y en ocasiones de su segundo oficio, pues muchos políticos son profesionales del derecho y en un mundo sin Gobierno y sin leyes sobrarían tanto los unos como los otros.

De Tony Blair a Kropotkin pasando por Durruti en una frase. Tal vez no fue más que una finta para eludir su sombra de liberal que algunos habían fijado a la pared, pero ahora tendrá que explicar eso del "socialismo libertario" que tanta gracia les hizo a sus rivales que lo tomaron por pura bravata dialéctica.

Hace tiempo que el PSOE renunció al marxismo y a sus referentes, más teóricos que prácticos, y no lo hizo precisamente para acercarse al comunismo libertario y al anarquismo, sino todo lo contrario. Hoy los grandes debates internos del socialismo giran alrededor de sus pequeños protagonistas y sus mezquinas rencillas tribales.

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