Kostunica pide el aplazamiento electoral en Kosovo por falta de garantías para los serbios
El presidente yugoslavo denuncia que la minoría ha quedado relegada en los comicios
El presidente de Yugoslavia, Vojislav Kostunica, pidió ayer el aplazamiento de las elecciones locales del sábado en Kosovo por considerar que no ofrecen garantías a la minoría serbia. Kostunica, que reconoció que la inminente celebración de los comicios "es un hecho", fue el protagonista de la cumbre informal de jefes de Estado y Gobierno del Proceso de Cooperación del Este de Europa que se clausuró ayer en la capital macedonia con buenas palabras en la declaración final y un rifirrafe verbal entre el primer ministro griego, Costas Simitis, y su homólogo turco, Bulen Ecevit.
"Me pregunto qué grado de estabilidad hay en Kosovo para celebrar unas elecciones. Ya hubo unas el pasado 24 de septiembre , y allí se demostró que no hay garantías. Éstas son unas elecciones 'monoétnicas'; lo mejor sería que se aplazaran", declaró el mandatario yugoslavo al final de una reunión histórica donde por primera en más de cincuenta años han estado presentes todos los gobernantes de los países balcánicos. Los presidentes de Bulgaria, Yugoslavia, Albania, Macedonia, Rumania y Bosnia-Herzegovina, los primeros ministros de Grecia y Turquía y el viceprimer ministro Croata discutieron ayer sobre la política de integración regional y, sobre todo, de estabilización de una zona que ha vivido en guerra prácticamente durante los últimos diez años. En la cita también estuvo presente el encargado de política exterior de la Unión Europea, Javier Solana, y a la hora del almuerzo hizo su aparición el embajador de Estados Unidos en la ONU, Richard Holbrooke, que llegó a Macedonia procedente de Kosovo. A pesar de la valoración positiva de la reunión hecha por sus asistentes -"me llevo una muy buena impresión", dijo Solana; "es una nueva página en la historia", afirmó Boris Trajkovski, presidente de Macedonia; "ha sido una celebración", manifestó Kostunica-, las viejas rivalidades no han desaparecido y el encuentro tuvo que sortear espinosas cuestiones de organización, tanto en las formas como en la redacción del comunicado final, cuyas palabras fueron medidas al milímetro para no herir susceptibilidad alguna.
Independencia de Kosovo
Por ejemplo, en ningún momento se encontraron el presidente albanés, Rexhep Meidani, y el yugoslavo Kostunica. Meidani culpa a los serbios de la represión a los albaneses de Kosovo y exige la independencia de la provincia. Kostunica se opone rotundamente. En la rueda de prensa final, en la que ambos estaban separados por ocho mandatarios, el yugoslavo recordó al albanés que su país había firmado la declaración final de la cumbre, por la que se compromete a acatar las resoluciones de la ONU. Éstas consideran que Kosovo es parte de Yugoslavia. Poco antes, en su discurso, Meidani había exigido la liberación de los prisioneros albaneses en Serbia, la autodeterminación de Kosovo y la celebración de un referéndum en el territorio sobre una posible independencia.Y es que una cosa fue el tono de la declaración final, en la que se habla de "compromiso en la cooperación constructiva para superar y resolver los temas y problemas pendientes con un espíritu de equidad, confianza mutua y buena vecindad", y otra el empleado por algunos de los gobernantes balcánicos en sus intervenciones a puerta cerrada. "El antiguo régimen de Belgrado una política agresiva y antidemocrática que ha sido causa de sufrimiento humano y destrucción material. Esperamos que el nuevo líder serbio tome medidas rápidamente para demostrar claramente que dicho comportamiento es parte del pasado", destacó Goran Granic, viceprimer ministro de Croacia, quien a continuación añadió que el nuevo Gobierno de Belgrado no puede ignorar los acuerdos de Dayton y que debe colaborar con el tribunal para los crímenes en Yugoslavia. "Creemos que ésta es una contribución constructiva, un apoyo a las nuevas autoridades yugoslavas y, sobre todo, un mensaje personal para el presidente Kostunica", señaló.
En algunos casos, las diferencias afloraron en público. Durante la rueda de prensa posterior a la cumbre, el primer ministro griego, Costas Simitis, opinó que el único problema con Turquía hacía referencia a la disputa sobre la plataforma continental en el mar Egeo. Acto seguido, el primer ministro turco, Bulen Ecevit, tomó la palabra y afirmó que no era así, "porque esto crea problemas políticos, económicos, ecológicos y de seguridad". Ecevit aprovechó para insistir en que debe ser el Tribunal de La Haya el que resuelva la cuestión, y acusó sutilmente de cerrazón a su homólogo griego al recordarle que "nadie ha perdido nunca nada sólo por conversar". A pesar de esto, Simitis y Ecevit -que previamente se habían reunido en privado- calificaron de buenas las relaciones entre ambas naciones. Finalizada la rueda de prensa, el turco se acercó hasta el griego y ambos se estrecharon la mano en público.
"Tenemos la oportunidad de trabajar con todos los países de la región", declaró un optimista Solana a la prensa española. Precisamente un tema común en las intervenciones individuales y la declaración final fue la necesidad de integración de los Balcanes no sólo entre los países que lo forman, sino en el seno de las instituciones europeas. En palabras del presidente búlgaro, Petar Stoyanov, "los Balcanes unidos deberían ser tratados como una parte inseparable de la Europa unida".
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