El misterio de Kaspárov
El número uno del ajedrez mundial juega mal ante Krámnik sin que nadie se lo explique
¿Qué le pasa a Gari Kaspárov? La pregunta recorrió ayer el mundo entero, pero nadie dio una respuesta satisfactoria. El indómito número uno del ajedrez desde 1985, paradigma de las fuerzas de la naturaleza volcadas sobre un tablero, pierde por 6-4 ante su ex alumno Vladímir Krámnik en el Mundial oficioso de Londres; y no ha ganado ninguna de las diez partidas disputadas. Sin embargo, eso no es lo más asombroso: su juego en la 11ª, el martes, fue quizá el peor de su carrera. Hoy conduce las piezas blancas en la 12ª de las 16 previstas.Su apoderado, el estadounidense Owen Williams, parecía ayer sincero cuando habló con este diario: "No es que no lo quiera decir. De veras no lo sé. Me han llamado sin cesar desde las siete de la mañana y desde los cinco continentes, siempre con la misma pregunta, y también con toda clase de rumores. No tengo el más mínimo indicio de que sufra algún problema grave en su vida privada. Espero hablar con él a solas esta noche. Yo también estoy preocupado", admitió.
Sólo hay dos evidencias: Krámnik, de 25 años, está muy bien preparado, y es un rival durísimo; Kaspárov, de 37, actúa como una sombra de sí mismo. La primera confirma lo que el campeón dijo hace años: "Krámnik es mi más probable sucesor".
La falta de animadversión hacia Krámnik -las relaciones humanas entre ambos siempre han sido excelentes- era una tesis razonable hasta el martes, en el sentido de que al colérico Kaspárov le falta uno de los estímulos que siempre tuvo frente a Kárpov. Pero esa explicación ya no es suficiente: Kaspárov dio el martes un recital de gestos de incomodidad y nerviosismo tras la cuarta jugada de Krámnik, que era la más normal en esa posición y se ha dado miles de veces en la práctica magistral. La derrota, en el movimiento 25, fue la más rápida de su carrera como adulto. Con el agravante de que los 19 primeros ya se habían jugado entre el húngaro Hazai y el danés Danielsen en el torneo de Valby (Dinamarca) de 1994. Nada encaja con el conocimiento enciclopédico de Kaspárov y su insaciable sed de victorias.
Tampoco el argumento de la edad vale: en último año, Kaspárov ganó los torneos de Wijk aan Zee, Linares (empatado con Krámnik) y Sarajevo con un rendimiento muy superior al de Londres; si el ocaso fuese biológico, sería paulatino. Además, su bajón no sólo se ve en el tablero: Kaspárov, al que siempre le ha distinguido su prepotencia, trata en Londres a la prensa con inusitada amabilidad.
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