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Trenes privados

El ofrecimiento de Gerald Corbett, director ejecutivo de Railtrack, de dimitir tras el último accidente ferroviario de Londres ha sido una decisión que le honra en una época en la que la moneda de la aceptación de responsabilidades por algo ha sufrido una fuerte devaluación (...). Los accidentes de tren son circunstancias horrorosas que alcanzan por derecho propio su lugar en los titulares. En el último de ellos han muerto cuatro personas, pero fácilmente pudo haber sido mucho peor. Ha tenido lugar en un momento en el que la empresa privatizada Railtrack sufre enormes críticas de las autoridades supervisoras de la empresa. (...) La gente está desencantada con el fuerte contraste existente entre los beneficios crecientes de la empresa y las desinversiones en infraestructuras y seguridad. Pero pese a todo, el tren sigue siendo un modo de transporte más seguro comparado con el coche o ir andando. (...) No tiene ningún sentido mirar hacia atrás a aquellos buenos tiempos en que era un servicio público, porque por lo que respecta a seguridad o inversión, nunca hubo buenos tiempos. Pero la privatización ha agravado ambos problemas. La única forma de justificar un monopolio de la naturaleza de los ferrocarriles era a través de una mejora del servicio y un aumento de las inversiones. No ha ocurrido ninguna de las dos cosas (...) Lo que importa ahora no es el destino de un ejecutivo de la compañía, sino la necesidad de asegurar que Railtrack asume responsabilidades ante los peligros evitables y potencialmente mortales, tales como raíles rotos y trenes cruzando semáforos en rojo., 19 de octubre

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